Hoy parece normal que los porteños elijan al Jefe de Gobierno cada cuatro años, pero dos décadas atrás, parecía algo casi de ciencia-ficción. Desde la federalización de Buenos Aires en 1880 (en rigor, el hecho que terminó de formar a la Argentina), el presidente de la Nación designaba a dedo al intendente porteño. Eso cambió al llegar los años 90 del siglo pasado.
Cuando en 1993 Carlos Menem planteó la reforma de la Constitución para conseguir la posibilidad de la reelección, debió negociar con la UCR. Raúl Alfonsín consiguió una serie de concesiones, y entre ellas, la autonomía de la ciudad de Buenos Aires. Los derechos políticos de los porteños se reducían a elegir sus diputados nacionales, los senadores nacionales (a diferencia del resto de las provincias, que enviaban representantes a la Cámara Alta por elección de sus legislaturas) y los integrantes del Consejo Deliberante.
Radicales y peronistas consensuaron en la reforma de 1994 que la ciudad pasaría a tener su propio gobierno, con un intendente, que pasaría a llamarse Jefe de Gobierno, electo por voluntad popular. La idea era hacer la primera elección en 1995, pero Carlos Menem la dilató hasta el último domingo de junio de 1996.
Ese 30 de junio se vieron las caras cuatro candidatos. El peronismo postuló a Jorge Domínguez, el último intendente designado por el dedo presidencial, a cargo del Ejecutivo desde 1994. Gustavo Béliz, ex ministro de Menem, pretendía disputar una interna con Domínguez, pero Menem no la habilitó, y dio el portazo, formando el partido Nueva Dirigencia.
La salida de Béliz del PJ tuvo un alto impacto político en el verano de 1996. José Octavio Bordón, segundo en la elección presidencial de 1995, propuso al Frepaso que llevara al ex ministro como candidato. Chacho Álvarez se negó, alegando que ya estaba definida la candidatura del socialista Norberto La Porta. Bordón dio un doble portazo: renunció al Frepaso y a su banca de senador por Mendoza.
En las filas del radicalismo, todo estaba mucho más calmo. Fernando De la Rúa, senador por la Capital, derrotó al ex intendente Facundo Suárez Lastra en marzo de 1995, en una interna pensada sin evaluar que Menem correría la fecha de la elección. Así, De la Rúa estuvo 15 meses como candidato de su partido hasta que llegó el comicio.
A la par de Jefe de Gobierno, cada uno con un compañero de fórmula, los porteños votarían estatuyentes, los encargados de redactar un estatuto para la Ciudad, lo que a la larga se convertiría en la Constitución de los porteños. El Frepaso venía del último gran éxito electoral en la ciudad, con la elección de Graciela Fernández Meijide como senadora en octubre de 1995. La idea era que los estatuyentes dieran marco legal, entre otras cosas, al futuro Poder Legislativo, que habría de reemplazar al Concejo Deliberante.
Así llegó el 30 de junio de 1996. Se cumplieron los pronósticos: De la Rúa ganó con el 40 por ciento de los votos, y se consagró Jefe de Gobierno, con Enrique Olivera como compañero de fórmula. La Porta quedó segundo con el 26 por ciento. Jorge Domínguez llegó al 18, liderando la boleta del PJ, y Béliz alcanzó el 11 por ciento.
La gran sorpresa se dio en la elección de estatuyentes: el corte de boleta permitió que Fernández Meijide quedara por delante de la lista radical encabezada por Miguel Ángel Inchausti. Así, el Frepaso fue la primera minoría en la convención que comenzaría a sesionar en el Teatro General San Martín.
De la Rúa asumió el 6 de agosto de 1996 para un mandato de cuatro años. La Convención creó la Constitución porteña, que introdujo el sistema de elección a doble vuelta para elegir Jefe de Gobierno y reemplazó al Concejo Deliberante por la actual Legislatura, cuyos miembros fueron electos en 1997. También quedó estipulado que el Jefe de Gobierno podría tener una sola reelección.
De a poco se fueron transfiriendo competencias a la ciudad, si bien no llegó a tener un rango de provincia. Aun falta el traslado de amplias facultades judiciales, vedadas por la Ley Cafiero, y el control del puerto, entre otras cosas. En el medio, hay un Tribunal Superior de Justicia, una Legislatura y se creó la policía Metropolitana. Lo cierto es que el largo camino de la autonomía cumple dos décadas con la elección de 1996.
DZ/JPC
Fuente Redacción Z
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