Un estadio para 18.000 personas (el Luna Park no supera los 9.000). Un hotel cinco estrellas. Un salón de eventos. Salones corporativos. Otro edificio. Área comercial. Tres cocheras subterráneas. Dentro de tres años tal vez haya todo eso en Balvanera. Aquiles Sojo, el dueño de la productora de espectáculos Ake Music, asegura tener el aval del gobierno local para avanzar en este ambicioso emprendimiento: “Está proyectada la construcción de un arena moderna, al estilo europeo, no americano”, confirmó Sojo a la revista Rolling Stone. “Son construcciones insonoras, no vibran, hipermodernas”, se entusiasmó Sojo.
Una arena es un estadio con una importante área techada, casi siempre de forma circular u ovalada, diseñado para eventos deportivos y recitales. Suele tener un gran espacio abierto en el centro, rodeado por graderías y asientos. Su característica clave es que el evento se ubica en el punto más bajo, lo que permite una gran visibilidad.
Los rumores tomaron fuerza luego de que finalizara la demolición completa de la manzana delimitada por las avenidas Jujuy y Belgrano y las calles Moreno y Catamarca. La manzana en cuestión supo tener edificios de departamentos de dos y tres pisos, con jardines en los de planta baja, mueblerías sobre la calle Belgrano, una carpintería sobre Catamarca, un gran estacionamiento en la esquina de Moreno y Catamarca “y los comercios típicos de un barrio donde la gente todavía se conocía y saludaba no hace más de 20 años”, explica una vecina.
Fueron necesarios poco más de dos años de trabajo para dejar disponibles –vacía– 10.000 m2 en un área de la ciudad privilegiada por su centralidad y medios de transporte. Está a sólo cuatro cuadras del Ferrocarril Sarmiento y el subte A –que coinciden en la Terminal de Once-, a diez de la subida de la autopista 25 de Mayo y al lado de la estación Venezuela del subte H. Un lujo.
Según explicó Sojo, el estadio se conectaría directamente con la Línea H a través de un túnel. Diario Z intentó hablar con el empresario, pero desde el área de prensa de Ake Music respondieron que no darán entrevistas por el momento. Gracias.
El silencio quizá se explique por el malestar que generó el megaproyecto. Los vecinos se oponen a convivir con un estadio que modificaría radicalmente la fisonomía de un barrio que ya tiene bastantes problemas. “No necesitamos un estadio en este barrio, que tiene otras carencias más urgentes”, dijo a Diario Z Gloria Llopiz Ortiz, integrante de la agrupación Buenos Vecinos. “Tenemos un déficit habitacional muy grande, con miles de personas viviendo en hoteles y pensiones que cobran muy caro para dar un servicio muy pobre. En esa manzana se podrían hacer viviendas sociales y una plaza o un parque, porque los espacios verdes también escasean”, agregó.
Los vecinos denuncian que nadie prevé el impacto ambiental de la obra. Y se preguntan qué pasaría con el incremento del flujo de personas, con las vibraciones y la contaminación sonora. Y quieren que la Legislatura tome cartas en el asunto. Al respecto, el legislador Pablo Bergel (bloque Verde Alameda) pidió que el Ejecutivo conteste formalmente qué aportará para que el proyecto se concrete.
“En primer lugar, no se pudo comprobar si el inmueble era anterior al año 1941 y estaba protegido patrimonialmente. En segundo lugar, los vecinos desconocen el destino que se le va a otorgar al predio, cuál va a ser el impacto que esa construcción puede tener en la población”, explicó Bergel.
La discusión está abierta: ¿necesita la ciudad un estadio cubierto de esa envergadura? ¿Es Balvanera el lugar indicado para construirlo? Al jefe de gobierno, Mauricio Macri, no parece disgustarle la idea. En declaraciones en el programa Guetap de radio Vorterix, Macri dijo que no ve con malos ojos la construcción de un estadio de esas dimensiones porque no existe otro semejante en la ciudad. El arquitecto Jaime Sorin, que preside la Comisión Nacional de Museos, coincide con Macri en que Buenos Aires necesita un gran estadio cubierto. Pero, dice, “no puede ubicarse en cualquier lugar y menos en un área central como es el deteriorado barrio de Once”.
Sorin les da la razón a los vecinos cuando señalan que las prioridades son otras, como el reordenamiento del espacio público y la necesidad de viviendas. “Un estadio cubierto en esa zona multiplicará los inconvenientes que ya tienen, potenciados por el incremento del tráfico de vehículos, el impacto sonoro en construcciones de cierta antigüedad y de alto valor patrimonial y la oferta de nuevos espacios comerciales. Todo eso destruirá la actual trama de locales, ya afectada por demoliciones y desalojos”. Sorin se refiere a las construcciones previas a 1941 catalogadas como patrimonio por la ley 3.056 y que abundan en Balvanera.
En la misma línea, el urbanista Guillermo Tella indica que la construcción de megainfraestructuras como el estadio proyectado termina condenando a la “desintegración social de los barrios populares de la ciudad, y Balvanera ya presenta un proceso de creciente degradación, con un tejido social y urbano pauperizado”. En ese marco, Tella se pregunta si acaso el gobierno prevé “la mitigación de los efectos negativos que el emprendimiento genere”, como parte del impacto ambiental.
Para Sorin, habría que ubicar el estadio en una “localización periférica, que serviría para mejorar condiciones urbanas en áreas que pueden absorber el impacto incorporando nuevos usos y ayudando a densificar zonas que necesitan mayor actividad”. Con la salvedad de que “no puede ser un negocio privado que no le aporte nada al entorno”. Más preciso, Tella opina que “la zona más apropiada es la Comuna 8 por la baja ocupación del suelo y la accesibilidad en materia de transporte”.
La construcción de un estadio multipropósito es un viejo objetivo de las empresas ligadas al entretenimiento. Pero ya fracasaron dos iniciativas privadas. Una se proponía construirlo en La Rural, en Palermo (los vecinos pusieron el grito en el cielo), y otra en el predio de la Obra Social de Buenos Aires, en Núñez, que impulsaba Fénix Entertainment Group. Por su parte, el Gobierno de la Ciudad inauguró a fines del año pasado el BA Rock en el Parque de la Ciudad, pero para recitales al aire libre.
Sombras nada más
A pesar de las afirmaciones de Ake Music, todavía no hay nada concreto con el gobierno. La empresa aún no tramitó los permisos de construcción y tampoco se avanzó en la rezonificación del predio. Si bien hubo sondeos ante el Banco Ciudad para pedir un crédito por 130 millones de pesos, desde la banca porteña dijeron a Diario Z que no hubo avances. Sojo informó que el costo del estadio ascendería, en total, a 120 millones de dólares. Los fondos serían aportados por inversores privados y por el sponsoreo de una importante gaseosa, que le daría el nombre al estadio.
El vocero del Ministerio de Desarrollo Urbano, en tanto, confirmó que aún no se ha abierto ningún registro de obra y no se tramitaron los permisos necesarios para comenzar a construir. Quien sí habló fue el subsecretario de Inversiones del Ministerio de Desarrollo Económico, Carlos Pirovano, que le dijo a La Nación que, “prima facie, la zonificación del lugar, con características comerciales, permite la edificación de ese tipo de obra. Resta conocer el detalle para analizarlo y verificar que cumpla con la normativa y no perjudique a los vecinos”.
Sin embargo, las cosas no serían tan sencillas. La manzana en cuestión tiene, como casi todo el barrio, dos zonificaciones: R2all y C3I, según el Código de Planeamiento Urbano. Traducido al castellano, significa que la zona es residencial y comercial, restringida a cierto tipo de construcciones. En ningún caso se permite la construcción de un estadio de esa magnitud, aunque sí podrían construir un auditorio sobre una de las parcelas de Jujuy.
En principio, se debería enviar un proyecto a la Legislatura que cambiara la zonificación. Algo que necesita de doble lectura (debe ser votadas dos veces) y de una Audiencia Pública (que prometería ser numerosa). Para lograr un sí, el PRO necesitaría ayuda de alguno de los bloques opositores.
Otra opción es forzar la interpretación del Código, apoyándose en la posibilidad de construir un auditorio, para que el estadio avance sin discusión legislativa. Según explicó a Diario Z la subsecretaria de Derechos Urbanos y Ambientales de la Defensoría del Pueblo, la arquitecta Bárbara Rossen, la empresa podría “englobar todas las parcelas y utilizar la zonificación C3I para toda la manzana”. Esto, claro, dejaría el campo abierto para una serie de litigios judiciales.
Fuentes legislativas especularon con que el Ejecutivo enviará el pedido de rezonificación recién cuando estén los votos garantizados. La empresa podría avanzar, en paralelo, con la presentación de una iniciativa privada (como la utilizada para habilitar la construcción de la Terminal Dellepiane en Flores). En ese caso, el gobierno otorgaría los avales formales para la construcción.
“Estamos acompañando a los vecinos en el seguimiento de este emprendimiento, y entendemos que no debería vulnerar sus derechos ni incumplir los encuadres normativos o de impacto ambiental. Un auditorio con locales comerciales a la calle es un equipamiento de prestigio que genera beneficios al barrio. Pero debe estar en armonía y en escala con su entorno”, añadió Rossen.
Diario Z solicitó una entrevista y luego envió un cuestionario por escrito al subsecretario Carlos Pirovano para aclarar estas cuestiones. No obtuvo
respuesta.
Destrucción del patrimonio
En la manzana 66 sólo quedan algunas fachadas que ofician de tapia para ocultar el terreno arrasado por las topadoras. La demolición de los 20 inmuebles que ocupaban las 22 parcelas (había, además de viviendas, comercios, una carpintería, un galpón y un estacionamiento) se hizo lenta pero sostenidamente. Según el Registro de la Propiedad Inmueble, la familia Miguens –a través de la sociedad Micrisol– es la dueña de la manzana. Luciano Miguens, ex presidente de la Sociedad Rural y actual asesor del PRO en la Fundación Pensar, es uno de los vicepresidentes de Micrisol.
El terreno estuvo a la venta en internet hasta hace poco por 28 millones de dólares. La empresa todavía tiene domicilio en Jujuy 353, donde hay sólo un descampado. A pesar de que uno de los inmuebles había sido catalogado como patrimonio (y no podía demolerse), los dueños pidieron un “reconsideración” y el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales (CAAP) finalmente autorizó la demolición. ¿Qué pasó en el medio? Tal como contó Diario Z en septiembre de 2012, la ex presidenta de la Comisión de Patrimonio, Mónica Capano, denunció que antes de la nueva inspección patrimonial, los dueños se encargaron de que todo lo que tenía valor (boiserie del siglo XIX, escaleras de mármol) fuese destruido. Todas las demoliciones fueron autorizadas por la arquitecta Susana Beatriz Bosoer, asesora en materia de impacto ambiental de la Agencia de Protección Ambiental.
Respuesta textual del Ministerio de Desarrollo Económico
Existe un anteproyecto para desarrollar en terrenos privados la construcción de un microestadio con capacidad para 18 mil personas en la manzana comprendida por las avenidas: Belgrano y Jujuy y las calles Moreno y Catamarca, en el barrio de Balvanera. Hasta hoy no existe un proyecto oficialmente presentado.
¿Cuál es el rol del GCBA?
Por ser un emprendimiento privado, el rol del GCBA será el de verificar que se cumpla la normativa y que el emprendimiento le signifique un impacto positivo al barrio. El gobierno está muy involucrado con el desarrollo económico sustentable de la zona sur, promoviendo actividades que aporten empleo de alto valor agregado.
Por otro lado, según el proyecto que finalmente se presente, puede requerir la aprobación de la Legislatura.
Beneficios para el barrio
La ciudad de Buenos Aires como todas las grandes ciudades del mundo necesita un Arena ya que el turismo de espectáculos es un producto que toda gran ciudad debe ofrecer a sus visitantes. Una construcción con tecnología moderna y acorde a la normativa, puede implicar un impacto muy positivo en términos de desarrollo local. Un desarrollo de estas características no tiene porqué significar un impacto negativo para el vecino. Sin embargo, la preocupación planteada por los mismos, es válida. Será responsabilidad del emprendimiento trabajar sobre las objeciones del barrio y despejar dudas. Y será responsabilidad del Gobierno controlar el impacto del proyecto en su entorno y promover un proyecto sustentable y con impacto positivo.
Opina Gustavo Vera. Legislador Bloque Verde Alameda
Opina Patricia Kolesnicov. Periodista
DZ/rg
Fuente Redacción Z
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