A primera vista estos vegetales parecen plantas prehistóricas, algo que se regalarían Los Picapiedras. De aspecto excéntrico, sabor único y diversas propiedades medicinales (es un potente digestivo, diurético natural y contribuye a limitar la absorción de colesterol), los alcauciles no permiten medias tintas entre sus consumidores o detractores, o los aman o los detestan.
Ahora o nunca
La temporada de alcauciles es breve, aparecen en las verdulerías promediando el invierno, y hacia finales de la primavera ya empieza a ser difícil encontrarlos. Los primeros precios son prohibitivos para el bolsillo promedio. Recién en estas semanas comenzaron a vislumbrarse promociones de 3 unidades por $20 en la mayoría de las verdulerías y mercados barriales. Habiendo llegado a un precio más lógico, es el momento de comprarlos. Y además, es ahora o nunca (en realidad, hasta el año que viene).
Tres partes
El alcaucil que se consume en la Argentina es una flor que se cosecha antes de que florezca y tiene tres partes diferentes, cada una de ellas muy sabrosa: el tallo, las hojas-escamas y el corazón. Puede cocinarse al vapor, hervido, horneado o frito, y cada una de estas técnicas aporta gustos y texturas que engalanan los sabores complejos e intensos de estas delicias de cardo.
De Sicilia con amor
La receta que aquí se presenta tiene un origen particular, ya que está inspirada en un clásico de la cocina siciliana que recientemente se publicó en un libro que recupera historias y recetas de la mafia. Según la leyenda, éste fue uno de los múltiples platos que se sirvieron en un banquete con el que el capo mafia Don Giusseppe Genco Russo convidó al niño bonito de los Estados Unidos, Frank Sinatra, en 1963. Para crear el ambiente perfecto se sugiere cocinar oyendo de fondo “Fly me to the moon”.
Delicias rellenas
Alcauciles 3
Espinaca 1/2 atado
Dientes de ajo 2 unidades
Anchoas en aceite 3
Pan rallado 1 cucharada
Queso Reggianito
Limpiar los alcauciles en crudo para cocinarlos rellenos al horno. Se remueven las hojas más duras y pequeñas y luego se corta el alcaucil a la mitad.
Con la ayuda de una cucharita se quita la pelusa que recubre el corazon del alcaucil y se reserva en un bol con agua y rodajas de limón para que no se oxide. Para el relleno, se saltean los dientes de ajo picaditos con las anchoas hasta que doren. Van a tomar un aroma ahumado. Se añaden las espinacas lavadas y cortadas en crudo. Y se cocina hasta que queden tiernas y sin líquido.
Fuera del fuego se añade una cucharada de pan rallado y queso rallado. Con la preparación tibia se rellenan los alcauciles en crudo poniendo con los dedos el relleno entre las hojas. Se disponen en una fuente de horno, con un fondo de agua que cubra la base de los alcauciles y se cocina por 30 minutos tapados con papel aluminio.
DZ/JPC
Fuente Redacción Z
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