En la última temporada se alejaron Santiago Silva, el Burrito Martínez, Augusto Fernández, el arquero Barovero, David Ramírez, Héctor Canteros, Mauro Óbolo y Fernando Ortiz. Todos fueron titulares y nadie se desesperó por las pérdidas. Se dijo en Vélez, que llegaba la transición, que había que hacer alguna incorporación y promover a los jóvenes talentos que pedían pista desde las divisiones inferiores.
Como suele suceder en el club de Liniers, el pensar se unió con el decir y el hacer. La coherencia se manifestó una vez más como algo natural, ese detalle –nada menos- que los ha diferenciado de la mayoría de los clubes argentinos. Apenas tres incorporaciones: el arquero Sosa, un uruguayo que hacía banco en Boca y quería jugar y el goleador del descendido Banfield, un pibe con condiciones pero deprimido por su pésima temporada 2011/2012. El delantero colombiano Jonathan Copete, lesionado casi al mismo tiempo que se inició el torneo, fue el segundo.
A Facundo Ferreyra, Vélez lo pagó 12,5 millones de pesos. Hasta la transferencia, siguiendo el consejo del gobierno nacional, se pesificó. Banfield recibió 10 millones por Ferreyra y el resto se fue en el porcentaje del jugador, impuestos y otras minucias. No hubo comisiones para ningún intermediario, ya que Vélez acostumbra a tratar directamente, de club a club, evitando al coro de vampiros y buitres que pueblan las transferencias entre futbolistas.
El pibe que llegó de Banfield ingresó unos minutos en la cuarta fecha y recién fue titular en la séptima jornada. Convirtió sus dos primeros tantos en la octava fecha ante San Lorenzo y no paró más. Metió once goles más en las siguientes once jornadas y se consagró como el artillero del torneo junto con Scocco, de Newell’s. Con 21 años, Ferreyra es la gran promesa del club de Liniers, tanto como lo ha sido el uruguayo Sosa en el arco velezano. Apenas le marcaron tres goles en nueve encuentros.
Las inversiones dieron el fruto esperado. El club ganó un nuevo título y ahora suma nueve estrellas en su luminoso cartel. Con una política precisa, un numeroso caudal de socios (más de 40 mil), un instituto educativo que es ejemplo en la zona, una Villa Olímpica única en el país, el apoyo masivo a muchísimos deportes y unas divisiones inferiores que han provisto al entrenador Ricardo Gareca de jugadores con una tremenda proyección como Peruzzi, Allione, Bella, Brian Ferreira, Sills y Tobio, entre otros, Vélez ha vuelto a demostrar que es el mejor club del fútbol argentino.
Deberían tomar nota los poderosos de siempre: Boca y River, que han acudido a dos ídolos como Carlos Bianchi y Ramón Díaz para tapar posibles fracasos. Racing, que ha mejorado pero aun dista mucho de ser aquel que conocimos cuando éramos chicos. San Lorenzo, que optó por Tinelli y está iniciando un camino distinto. Independiente, envuelto entre la pelea desigual de Cantero y sus compañeros de dirigencia contra la banda delictiva que ayudó a vaciarlo en los últimos años. Todos ellos, han quedado atrás de Vélez en varias materias. Tienen más hinchas que el club de la V azulada, eso está claro. Hoy, no es lo único que se mide. No alcanza. Queda demasiado corto.
Fuente Especial para Diario Z
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