Luego de un descanso de tres meses, Santiago Vázquez vuelve a la Ciudad Konex con el nuevo ciclo de la Bomba de Tiempo, un grupo de tambores ejecutados por destacados percusionistas que practican la improvisación dirigida.
«Decidimos parar un tiempito con La Bomba, ya que desde hacía tres años seguidos estábamos tocando y necesitamos preparar cosas nuevas», cuenta Vázquez y confirma que este nuevo ciclo seguirá hasta abril de 2011. La inclusión de voces y algunos nuevos instrumentos serán la novedad, aunque el mayor cambio es interno de la banda: «Estamos probando algunas direcciones rotativas», detalla el músico, quien, aunque sigue siendo el director del proyecto, prefiere dejar el lugar de la dirección musical a sus compañeros ya que «tienen mucho que aportar».
¿Qué representa para vos el éxito que tiene La Bomba?
Es una alegría enorme. Muchas veces me dijeron que la experimentación, la improvisación o la complejidad estaban reñidos con la masividad. La Bomba de Tiempo es para mí una confirmación de que esto no es necesariamente así.
Durante este descanso de La Bomba, estuviste con La Grande en el Konex…
Hicimos un ciclo de dos meses todos los lunes con La Grande para mantener la pista caliente. Fue una linda oportunidad para mostrarle al público de La Bomba este nuevo proyecto mío.
¿Cuáles son las diferencias entre La Bomba y La Grande?
Existen dos diferencias fundamentales: por un lado, en La Grande usamos instrumentos melódicos y armónicos. Y, por el otro, no es totalmente improvisado como en La Bomba, sino que hay un repertorio, aunque no se toca un tema detrás de otro, sino que utilizamos fragmentos para combinarlos dentro de una improvisación. Apesar de las diferencias, se puede considerar a ambos como proyectos hermanos, ya que utilizan más o menos el mismo sistema de señas que yo armé.
¿Cómo fue el proceso de creación del sistema de señas?
Yo venía de armar un lenguaje de señas para otro grupo que dirigí años atrás (el Colectivo Eterofónico de Improvisación). Después de esta experiencia, sentí la necesidad de trabajar más con el ritmo y, específicamente, con el groove y el baile. Armé una seña para cada concepto rítmico que me interesaba utilizar, y de a poco logré la imagen mental del grupo que quería armar. Finalmente llamé a los músicos y les fui pasando las señas, hasta que todos estuvimos cómodos con el lenguaje.
¿Qué diferencias encontrás entre los distintos grupos que dirigís?
Los diferentes grupos en los que participo o dirijo son todos muy distintos, y eso es lo que me interesa de ellos. Entre todo voy balanceando mi experiencia musical, tratando de cubrir mis necesidades en todos los aspectos: energéticos, emocionales, mentales y espirituales.
¿Cuáles fueron tus primeros proyectos musicales?
El primer proyecto que puedo considerar propio es La Cangura, con Alejandro Franov. Era un dúo de improvisación total. Música, movimientos, actuación, danzas o textos… podía pasar cualquier cosa… y pasaba. Después de algunos experimentos de grupos con mis temas, armé Puente Celeste, que fue el primer proyecto propio con el que grabé un disco, y que continúa hasta hoy, aunque ha ido cambiando mucho desde sus comienzos.
¿Qué te convocó a dedicarte a la música?
Desde muy chico disfrute de cantar y de percutir con palitos todo lo que anduviera cerca. fui estudiando y de a poco metiéndome cada vez más profundamente en la música (en principio desde la batería) hasta que a los pocos años tuve la certeza de que quería dedicar a eso mi vida.
¿Qué lugar dirías que ocupás dentro del actual momento musical?
No tengo idea. No soy muy conocedor del panorama general de la música en nuestro país. Sólo trato de llevar mis ideas adelante lo mejor posible, como todo el mundo.
Fuente Redacción Z
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