Muchas personas aún se atemorizan por el contacto con gente que vive con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (HIV). Sin embargo, hoy la esperanza de vida de los pacientes en tratamiento es prácticamente igual a la de personas sanas. Además, este año se han abierto líneas de investigación sobre la cura del sida, y el futuro es promisorio.
A fin de ganarle a la desinformación y derribar ciertos mitos, Diario Z conversó con el doctor Daniel Stamboulian, recientemente distinguido como Personalidad Destacada de la Ciencia por la Legislatura porteña, e Isabel Cassetti, directora médica de Helios Salud, centro especializado en HIV.
«El diagnóstico permite acceder a un tratamiento. Una persona con sida puede reducir su carga viral hasta cero y pasar a ser portadora sana», enfatiza Stamboulian. En general, esto se logra en un lapso de uno a cinco años. Aún así, según la Dirección Nacional de Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual, existen unas 130 mil personas infectadas en el país, y el 50 por ciento no se trata porque no lo sabe. «La mayoría de las personas que son diagnosticadas como portadoras del virus pueden llegar a recuperar su calidad de vida. Pueden tener problemas pero ya los sabemos manejar. Quienes fallecen son los que llegan muy tarde o se niegan a tomar la medicación.»
La adherencia al tratamiento es primordial para una buena calidad de vida y, además, para llegar fuertes al momento que haya cura. «Este año se iniciaron tres estudios en Estados Unidos y Europa. Están en fases iniciales pero el futuro es promisorio», anuncia Cassetti.
Con respecto al contagio, existen mitos que ya han sido derribados. Apesar de eso, aún persiste cierta susceptibilidad. Por eso, cabe destacar que los únicos modos de transmisión son el sexo sin protección, incluyendo el oral; de madre a hijo, y sanguíneo, vía transfusiones no controladas, agujas compartidas, cepillos de dientes, máquinas de afeitar y elementos punzantes.
«Gracias al diagnóstico precoz, la mayoría de los bebés nacen sanos, y las posibilidades aumentan en embarazos planificados», indica Stamboulian. Además, el hospital Muñiz realiza inseminaciones sin costo, que prevén procedimientos para HIV.
Según el último informe de la Coordinación Sida del Ministerio de Salud porteño, gracias al aumento de control, la transmisión perinatal fue menor al dos por ciento en 2009 y los casos de contagio de HIV descendieron un 30 por ciento entre 2003 y 2010. «Somos arquitectos de nuestro propio destino», decía Albert Einstein. Sucede que, a cuantas más personas tratadas, mejor calidad de vida y menores posibilidades de expansión.
la cura, más cerca
El crecimiento en investigación de HIV en los últimos años deja perplejos a los mismos profesionales. Han transcurrido 30 años desde el inicio de la epidemia del sida y se ha avanzado a pasos agigantados, pero este año se han iniciado nuevos estudios para encontrar la cura. «Yo creo que en cinco años vamos a poder hablar sobre la presencia de drogas que puedan brindar curación», enuncia Stamboulian.
Este año se abrieron tres líneas de investigación: una consiste en buscar el modo de eliminar el virus de los reservorios, otra en fortalecer el sistema inmunológico para que pueda eliminar el virus por su cuenta y, por último, trabajar genéticamente para impedir que entre el virus en el organismo», explica Cassetti. Y agrega: «No sabemos cuándo se va a curar, pero el futuro es muy promisorio».
Una mamá portadora
«Hay que vencer el imaginario e informarse», advierte Laura, que es su seudónimo. Tiene 42 años y trabaja en un organismo público porteño. Se enteró que estaba infectada a los 30 y hoy tiene un hijo biológico no portador de cinco años.
Lejos de las conjeturas que se escuchan a diario, ella disfruta de una vida plena y buena compañía. Es que Laura corrió con ventaja: ella y su entorno ya estaban informados sobre el HIV cuando ella lo contrajo.
Apesar de la ausencia de síntomas, le encontraron el virus en un estado avanzado. Tuvo que superar miedos y atravesar procesos de aprendizaje y adaptación. Apenas la diagnosticaron, se lo contó a su jefa en el trabajo y, en un caso atípico, se sintió acompañada. Pero en sus siguientes trabajos buscó ingresar mediante contactos para evitar análisis de sangre.
Cuando conoció a su actual marido, él le pidió conversar con sus médicos para despejar sus propios fantasmas. Pasado el tiempo, decidieron tener un hijo. Les permitieron optar entre una inseminación artificial y una casera, que consiste en poner el semen en una jeringa y luego autocolocársela. Esto fue posible ya que él no estaba infectado.
Laura se encuentra estable desde hace 11 años y medio: toma sólo dos pastillas diarias, su nene tiene cinco años, es alegre, travieso y no tiene complicaciones de salud.
DZ/LR
Fuente Redacción Z
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