Es posible trazar, en los seres humanos en general y en los políticos en particular, una línea imaginaria que divide lo que se dice en público de lo que se sostiene en privado, lo que se piensa de lo que se dice en voz alta. En Ricardo Forster, filósofo, integrante de Carta Abierta y cuarto candidato a diputado nacional del Frente para la Victoria por la Ciudad de Buenos Aires, esa línea es agradablemente borrosa. Lo que dice cuando se prende el grabador es muy similar a lo que comenta cuando está apagado. Será por ese estilo suyo que le genera cierta perplejidad la naturalidad con la que algunos adversarios políticos lo difaman al aire y pretenden saludarlo afectuosamente cuando se apagan las luces del set. En diálogo con Diario Z, Forster reflexionó sobre la actualidad política y el desafío frente a las elecciones del 27 de octubre.
¿Como cree que va a impactar en la campaña la ausencia temporaria de la Presidenta?
Cristina tiene una presencia enorme. Su ausencia se va a sentir, pero creo que va a generar un efecto de multiplicación. Los candidatos y los equipos vamos a redoblar el esfuerzo para ponernos en sintonía con la situación. Hay que tener en cuenta también que se produce un efecto emocional: la fuerza de la fragilidad, una paradoja que tiene que ver mucho con la política.
¿Cómo ve las encuestas sobre la tendencia en la Ciudad?
Yo no les presto demasiada atención a las encuestas, pero sé que en la lista de senadores, Daniel Filmus está por encima de Pino Solanas. Creo que el Frente para la Victoria va a aumentar la cantidad de votos que obtuvo en la elección primaria, aunque no sé cuánto. Y hay un porcentaje importante de gente que va a decidir su voto hacia el final, de modo que hay que trabajar fuertemente hasta último momento.
En la Ciudad se nacionaliza mucho la elección…
Sí. El resultado está probablemente vinculado a un resultado más amplio, nacional, que quizás no era el esperado: se esperaban 5 o 6 puntos más y sorprendió un poco, pero de alguna manera también tiene que ver con no haber sabido utilizar bien las PASO. La experiencia del Unen fue buena y eso de cara al futuro habría que revisarlo, aunque sería ingenuo suponer que si hubiéramos ido con más listas necesariamente habríamos sacado más votos.
¿Por qué cree que el gobierno perdió votos en relación al 2011?
El nivel de injuria y descalificación por parte de algunos medios de comunicación me parece que es inédito en la historia argentina. Once fue una fisura que el gobierno no terminó de comprender exactamente y que permitió que un dispositivo que no lograba hacer daño se colase por esa fisura y estableciera un vínculo corrupción-muerte-ferrocarriles. También hay un olvido de la Argentina previa al kirchnerismo. Es razonable: cuando una sociedad va cambiando, cuando se amplían los derechos, ya no se piensa tanto en el pasado, sino en el presente y en cómo seguir avanzando. También hubo cuestiones de comunicación: la política cambiaria es correcta, la defiendo, pero probablemente no se supo comunicar bien ni se establecieron los mecanismos adecuados para que no resultara antipático cuando se podía haber hecho otra cosa respecto a la relación de las clases medias con el dólar.
¿Le parece que la inflación influyó en el resultado?
Sí y no. Está claro que, en estos años, los ingresos y los salarios estuvieron por encima del peor índice de inflación. Pero sí hay un sector más desprotegido, de trabajadores en negro, que tienen una situación más frágil porque no están protegidos por los convenios y las paritarias. En el año 2009, una situación no inflacionaria, pero sí de deterioro social entre los sectores más pobres llevó a muchos de ellos a votar a De Narvéz. Una de las respuestas del gobierno fue la Asignación Universal por Hijo. El 2012 fue complejo económicamente, el 2013 es mejor, pero quedó dando vueltas en el imaginario de la sociedad, con una inercia muy fuerte, lo de un gobierno corrupto que no sabe controlar la inflación. Me parece que allí hay un cocktail en el que se vinculan la fragilidad de la vida cotidiana, la inseguridad y el manejo mediático de esos temas, sobre todo del grupo Clarín. El gobierno reacciona, pero quizás sin el tiempo suficiente y sin la agilidad de reconstruir algunas zonas problemáticas. Pienso en la política ferroviaria: hay un cambio que necesita un tiempo.
¿Qué opina de la reacción del gobierno después de las PASO?
La respuesta de Cristina fue muy sólida en cuanto a liderazgo y a la capacidad de ejecución, de volver a ponerse en el centro de la escena política. Subir el mínimo no imponible sin plantear un recorte en educación, sin tocar gastos sociales, sino empezando a tocar la renta financiera es importante: ahí está el ADN del kirchnerismo, lo mejor del kirchnerismo. Hacia el 2015, deberían profundizarse dos o tres cosas importantes: la transformación del sistema ferroviario, la reforma del sistema tributario y una nueva Ley de Tierras. Ha habido un fallo tremendamente importante en Córdoba a favor de un grupo de pequeños campesinos; es un antecedente interesante.
¿Cómo les está yendo con las charlas con los vecinos?
Muy bien. Son charlas de 40 o 50 personas y entre ellas hay aproximadamente un 20 por ciento que no votó al Frente para la Victoria. La condición es que no estén tomadas por la lógica del odio para poder tener un debate de ideas. Es una experiencia fantástica, porque muchas personas no están acostumbradas a ese vínculo con un candidato.
¿Qué aprendió del “éxito” del PRO en sus charlas con los vecinos?
Uno de los grandes errores de la oposición al kirchnerismo fue narrar un país en catástrofe. No podemos caer en ese error en la Ciudad. Debe haber cosas que hizo el macrismo que interpelaron al ciudadano y le permitieron ganar el distrito. En la discusión con el macrismo, hay un problema que es el más difícil de encarar: la discusión sobre lo público. Mucha gente dejó la salud y la educación públicas y hay una pelea contra corriente para intentar abordar esos nudos cultural-simbólicos y cambiar la lógica de que lo privado es necesariamente mejor que lo público. La discusión es con esa concepción, su matriz ideológica, su idea rentabilística, patrimonialista, del distrito. Pero eso no es fácil de transmitir. Y en nuestra Ciudad se gana y se pierde por oleadas.
¿Cómo piensa la comunicación con los diferentes votantes?
Yo puedo dar una clase en la universidad y dar una charla en el conurbano profundo y creo que siempre encontramos un lenguaje absolutamente compartido. Yo creo mucho en la potencia, la fragilidad y el sentido que guardan las palabras y odio la lógica de la traición con respecto al lenguaje, eso de hablar de una manera en un lugar y de otra manera en otro y esa idea falsa de que el pobre lo que quiere es un lenguaje que sea lo más sencillo posible. ¡Falso! Ese es un prejuicio sobre los sectores populares que no se corresponde en absoluto con el deseo profundo de saber, de aprender, de conectarse con otro registro.
¿Qué opina de la discusión que se armó en torno al “círculo rojo” de Mauricio Macri?
En el marketing de la sociología publicitaria, Jaime Durán Barba –que es el que introdujo el concepto entre los integrantes del PRO– lo que está diciendo es que el círculo rojo son unas cuantas decenas de miles de personas a las que les interesa la política y después la amplia mayoría de la sociedad va, vota, pero tiene una relación distinta con la política. Eso es relativo. Depende de los momentos de las sociedades. Hay un flujo de lo político y en ocasiones el desinteresado se interesa. El problema es que Macri habló –psicoanalíticamente, diría uno– de la significación real del círculo rojo.
¿Cómo es eso?
Para Macri, el círculo rojo es el círculo del poder, de aquellos que deciden cómo se gobierna una sociedad. No está pensando en las decenas de miles de interesados en la política: está pensando en aquellos tipos que tienen poder económico, poder mediático y que fijan hoy en la Argentina lo que es estrategia de oposición política al gobierno. Que Durán Barba haya querido decir otra cosa no es lo que nos interesa: lo que es interesante es la evidencia, la falla en el discurso de Macri que abre lo que no se decía. Macri ha dicho lo que los otros no dicen: mi candidatura o la de Massa o la estrategia mediática tienen que ver con la capacidad de estos núcleos concentrados de poder de seguir teniendo incidencia sobre una oposición que no tiene autonomía.
¿Están conformes con las listas del FpV en la Ciudad?
Sí. La miro y es una lista valiosa como tal. Creo que debemos aspirar a transmitir la importancia que tienen estas elecciones. Tampoco aspiramos a un 50 por ciento. A nivel nacional, hay que subir un 5 o 6 por ciento. Y a nivel de la Ciudad, también. Creo que para una elección de medio mandato tan compleja –como son las elecciones de medio mandato– estaría muy bien.
Preguntas de la A a la Z
A. Edad: 55.
B. Barrio donde vive: Coghlan.
C. Estado civil: Casado.
D. Signo: Libra.
E. Religión: Judío.
F. Equipo de fútbol: River Plate.
G. ¿Sus hijos van a escuela pública o privada? Tengo tres. Fueron a escuela pública y privada.
H. Nivel educativo: Postuniversitario. Soy doctor en filosofía.
I. ¿Cree en la amistad entre el hombre y la mujer? Sí, he tenido y tengo muy buenas amigas.
J. ¿Tiene algún vicio le gustaría dejar? No.
K. ¿Hace terapia? Hice.
L. ¿Qué está leyendo ahora? Estoy terminando El limonero real, de Juan José Saer.
M. ¿Cuál es su lugar preferido de la ciudad? Los cafés; soy muy porteño.
N. Infusión favorita. Todas, pero a la mañana tomo mate.
Ñ. De chico, ¿qué quería ser cuando fuera grande? Astronauta y bombero.
O. Dibujito animado preferido: Don Gato y su pandilla.
P. Una salida nocturna: Ir a cenar con mi mujer o con amigos.
Q. Su comida preferida: Mondongo.
R. Un defecto: A veces me ensimismo.
S. Una virtud: Ser fiel a los amigos y las convicciones.
T. Un personaje preferido de la historia: Walter Benjamin. Y argentino, Guillermo Hudson.
U. Un hecho que le cambió la vida: Muchos: el año 73, el nacimiento de mis hijos, la psicopedagoga que me curó la dislexia y está desaparecida.
V. ¿A qué hora se acuesta y se despierta? Me despierto a las 7 y me acuesto tipo 12.
W. ¿Cena en su casa? Trato. Ceno afuera una vez por semana.
X. Un programa familiar preferido: Ir con la familia a nuestra casa en la sierra de Córdoba.
Y. Una cábala: Antes, no pisaba las baldosas impares.
Z. ¿Cuál fue su primer trabajo y a qué edad? Cadete en una agencia de turismo a los 16.
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