El estereotipo de familia: padre, madre, dos niños, perro y gato cambió. Hoy existen pibes criados por una madre o por un padre, por abuelos, o familias ensambladas. Los modelos de familia son mucho más dinámicos que en otra época. Nosotras somos sólo un aporte a esa diversidad”, dice Clara, segura de ser parte de un cambio más grande. Ella convive con su compañera hace once años y adoptaron dos nenas, que tienen seis y un año y medio. Eligieron un jardín municipal con orientación en arte para la mayor y en un tiempo para la recién llegada. Es empleada y su compañera, maestra de música, pasaron los 40 con alegría y creen que en algún momento se van a casar.
Clara tiene razón: hoy sólo el 37% de las familias corresponden al modelo tradicional. El resto son grupos muy diversos, algunos constituidos por una sola persona, las llamadas familias monoparentales. También hay una franja importante de parejas que conviven sin tener hijos, que piensan que los van a tener recién rozando los 40 o directamente decidieron no tenerlos.
Ningún arroz con leche
En 1980, el 92% de las parejas de la ciudad de Buenos Aires estaban casadas con papeles. Tres décadas después, en 2012, sólo el 69% pasó por el Registro Civil. Un trabajo de la Dirección de Estadística y Censos porteña deja ver que entre los menores de 50 años, lo que reina es evitar decir “Sí” ante la Justicia.
El deseo de la legalidad aparece más fuerte con los años. El 85% de las parejas integradas por menores de 24 años convive sin papeles. Lo mismo que el 60% de los que llegan hasta los 35 años. Pero en la franja que le sigue la proporción se invierte y sólo cuatro de cada diez no están casados. El informe concluye que el alto porcentaje de uniones basadas en la mutua elección, sin intervención del Estado, se vincula a la “reincidencia”. Es decir con personas que, una vez separadas, forman una nueva pareja pero no pasan por el juez.
Muchos de los más jóvenes deciden casarse con la llegada del primer hijo. Otros luego de una primera convivencia, cuando el vínculo esté afianzado. “Tenemos pensado casarnos en algún momento, supongo que cuando estemos mejor de plata; mientras tanto estamos felices así”, dice Diego, que vive con su compañera desde hace dos años, compartiendo gastos y responsabilidades. “Para eso no hace falta una libreta”, agrega.
“Nos casamos cuando nuestra hija contaba con dos años, teníamos ganas de festejar con los amigos y la familia, y de yapa nos fuimos de luna de miel”, cuenta Valeria. El casamiento no es algo necesario como en otros tiempos, pero se sigue tomando como una instancia de reafirmación de las parejas. Claro que no todos lo eligen: “Después tenés que pagar el divorcio, mejor que cuando se acabó cada uno se vaya por su lado y listo”, dice Esteban entre risas, que a los 34 convive hace siete años con la chica de sus amores.
Los números también muestran que el 55% de los hombres tiene pareja, mientras que entre las mujeres el indicador baja a 46%. Esto se explica más que por una vocación de soltería por la longevidad femenina. Por ejemplo, en la franja etaria de 25 a 34 años la proporción se invierte y son 51,8% las mujeres en pareja contra un 45,9% de hombres.
Tuyos, míos, nuestros
El mismo estudio sostiene que el aumento de las rupturas conyugales complejizó la constitución familiar. Para hacerse una idea: en los 80 se producían 114 divorcios diarios, en los 90 pasaron a ser 87; en 2010 son 172. Ya no se trata de un único amor para toda la vida, un amor que si fracasa te condena a lo soledad. La gente rehace las parejas, se puede volver a amar. La tendencia creciente es la de rearmar parejas, juntarse con alguien después de separarse o enviudar. Y a esa pareja se traen los chicos de uno, los del otro y hasta se suman ‘nuevos’, los hijos de ese vínculo. En los últimos cinco años esta tendencia registró un crecimiento asombroso, del 62%. En 2012, en Buenos Aires ya había por lo menos 40 mil hogares formados por familias ensambladas.
Los valientes que no quieren bajar la persiana tan temprano y que deciden volver a probar en el amor son el 88% menores de 50 años. Y entre el grupo de 30 a 49 años se concentra más de la mitad (54,3%) de los confiados reincidentes. Estas familias se dividen casi mitad y mitad entre los que tienen nuevos hijos (48%) y los que sólo mantendrán los preexistentes (52%).
Otra razón por las que proliferan las familias ensambladas es que las personas se unen cada vez más jóvenes, hay registros a partir de los 14 años de edad. Y también se separan cada vez más jóvenes, con energía y tiempo para rearmar otra historia de amor. Los casados mayores de 54 años suelen mantener su primer matrimonio. Pero de ahí para abajo lo que los números dejan ver es gente que cree en el amor y piensa que siempre se puede volver a intentar.
En los números no se ve, pero están
Las parejas homosexuales siempre existieron. Pero a partir de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, en julio de 2010, las familias homoparentales tomaron mayor visibilidad y aceptación. Incluso hay escuelas que dan cursos de formación a docentes y autoridades. Para julio de 2013, la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) tenía registrados 1.690 matrimonios homosexuales en Capital Federal. Cuántas parejas sin papeles hay es difícil de registrar porque no siempre se declaran en los censos.
En la casa de Clara cuando una vocecita dice: “mamá” hay dos mujeres que se aprontan a atender la demanda. A la pregunta de cómo es su familia, Clara responde “mi compañera y mis dos hijas” y cuenta que no siempre sintió ganas de ser mamá: “Después de vivir en pareja unos años empezamos a sentir ese deseo de ser madre y creo que es un hecho completamente afectivo y que llega a las personas de acuerdo con como hayan ido transitado su vida”.
Clara y su compañera pelearon por la vacante en el Normal 2 Mariano Acosta: estaban seguras de que ese era el colegio, público e inclusivo al que querían que fuera: “Aun no conocemos mucho a las otras familias pero compartimos grado con otra pareja de mamás. En el camino siempre te encontrás de todo, con gente que le parece bien, otra que no, la que te lo va a demostrar y la que no”, dice Clara. En el Acosta hay letreritos de colores colgados de una puerta de tercer grado: “Mi familias somos mi mamá, mi papá, mi hermano, yo y mi perro”. “Mi familia somos mi abuela, mi tía Anita y yo”. “Mi familia somos mi mamá, mi hermano y el novio de mi mamá”. “Mi familia somos mis dos mamás y yo”. “Mi familia somos Toti, mi mamá, mi hermano y los fines de semana Sofía”. Las familias son tan variadas que hace rato que en la escuela no se celebran los días del “padre” y de “la madre” sino “el día de la familia”.
No siempre mamá
Los cambios tan profundos en la composición de las familias también se explican porque las mujeres han corrido tanto la edad en la que tienen el primer hijo como –en el caso de que quieran ser madres– el número de hijos. Claro que no en todas las clases sociales es lo mismo. En los sectores medios y medios altos las mujeres eligen postergar la maternidad para después de concretar sus estudios, consolidarse económicamente o viajar. Las universitarias tienen su primer hijo a los 27, las que concluyeron la secundaria a los 23 y las que terminaron la primaria a los 21. Con extremos, claro, de mujeres madres a los 41 y madres niñas a los 14.
Otras mujeres constituyen sus familias sin proyectar descendencia. “La verdad que desde siempre dije que no quería tener hijos, tuve otras prioridades y todo el mundo me iba diciendo ‘ya crecerás y te entrarán las ganas’. Y nunca me aparecieron”, afirma Brenda de 38 años, que está casada desde hace tres y siempre supo que no quería tener hijos al igual que su compañero (41 años). Yagrega: “Antes ser madre era una imposición y si no llegabas a eso no te realizabas. Yo para realizarme, más que como mujer pienso en mí como persona, me interesan otras cosas: mi trabajo, mis estudios, viajar mientras pueda. No me paré a pensar tampoco demasiado en nada que me hiciera renunciar a todo eso que quería yo”.
Mario Sebastiani, prestigioso obstetra del Hospital Italiano, calcula que en 30 años aumentó por lo menos tres veces la edad de inicio de la maternidad. Su percepción es correcta. Si en 1984 el primer bebé se acunaba a los 27, en 2012 ya era a los 30. En la ciudad, en la última década más de la mitad de las madres primerizas tenía entre 30 y 39 años. Según la Encuesta Anual de Hogares 2012, el número de mujeres con un solo hijo al final de la vida reproductiva fue del 28,4%, casi una de cada tres, mientras que en 2005 eran el 24,8%. Yla tasa global de fecundidad según el Indec es de 1,63 (en 2010) en relación al promedio nacional de 2,19. Según el Censo 2010 el promedio de hijos en las mujeres de entre 20 y 34 años era entre 0,3% y 0,9%. Recién a partir de los 35 aparecen un hijo o más. Yentre las mayores de 50 ese número se convertirá en dos.
Así se entiende por qué la ciudad se va poniendo vieja: la cantidad de niños que nace no supera la de adultos mayores que mueren. También hay diferencias por sector social, el promedio de edad general es de 39 años, mientras que en las villas es de 24. El tamaño medio del hogar es de 2,5 personas pero en la zona Sur, la más pobre y con más villas es de 3,1. Las madres son más jóvenes y tienen más hijos.
Jefas de hogar
Detrás de ese título no sólo están quienes sostienen económicamente una familia. También aquellos que han decidido tener hijos aunque no tengan pareja. Hay mujeres “jefas de hogar” que no están separadas ni son viudas ni el padre se fue. Han decidido ser madres y no esperar el cuento de hadas, ni al príncipe azul. Saben que quieren ser madres y lo son. Se embarazan o se inseminan y empiezan a transitar la maternidad. “La verdad es que no encontré con quien formar una familia, mis amigas se separaron todas y pensé: si lo que quiero es ser mamá por qué esperar más”, Paola quedó embarazada a los 36 y decidió continuar el embarazo aunque no fuera de a dos.
Otros ocultos tras los números son los hombres jóvenes que ven su paternidad con un rol activo, están, hacen, aprenden, creen que el instinto existe o no, pero están dispuestos a superar las trabas culturales de que un padre solo no es un “pobre padre” sino un hombre a cargo.
La foto Kodak de los cuatro sonrientes ya no es la familia que predomina. No hay un único modelo de familia y las instituciones, de a poco, se van poniendo al día con los cambios. Existen las madres solas, los padres solos, las abuelas y los abuelos con nietos/hijos. Existe el embarazo adolescente y la maternidad tardía. La familia, como la sociedad, es un cuerpo vivo y en movimiento, dentro de seis años será el próximo censo nacional, en este tiempo mucho puede cambiar.
Hernán: “Da miedo decir que uno es papá soltero”
Revolución en la familia: La valentía de probar de nuevo
DZ/rg
Fuente Redacción Z
0 Comentarios
Sé el primero en dejar un comentario!