• Lucero tiene 21 años. Estudia Artes Visuales, antes pasó por Psicología de la UBA.
Mi familia somos mi papá, mi hermana y yo. Mi mamá se murió cuando era chica y mi viejo se volvió a casar con una mujer que tenía dos hijos más grandes que yo. Durante un tiempo ella fue como mi mamá, yo la veía así pero después no, hizo todo muy difícil. No es una relación dada, fue más una obligación que una relación de amor. Hubiera preferido que mi papá eligiera otra familia con quien ensamblar la suya y que estuviéramos bien.
• Marcelo, 63 años. Contador recibido en la UBA, se separó dos veces y hace 10 años que está con su pareja actual. Tiene dos hijos previos y ella tres, en la casa de ambos aún vive la menor de 24 años.
Mi familia son mis hijos, mi compañera y sus hijos. Mi familia somos todos porque me preocupo tanto por los hijos de Cristina como por los míos y tratamos de que los cinco estén bien, aunque ya son grandes y la mayoría vive en sus propias casas y algunos con sus parejas nos encanta cuando un asado los trae a todos y hay ruido y risas. Claro que ellos tienen su papá y nunca pretendí que me llamaran así pero saben que si un día pasa algo y Cris no los atiende me lo pueden contar y voy a estar ahí para ellos.
• Valentina, 32 años. Es empleada y tienen un hijo.
Cuando tenía 12 mi vieja se juntó con Pato, al tiempo ya vivíamos todos juntos. Al principio le hice la vida bastante imposible, pero después se convirtió en mi otra mamá. Me reta, me compra caprichos, tengo una extensión de su tarjeta, mucho tiempo tuve su obra social, me enseñó a manejar y a cocinar comida judía. En 2011 se casaron con libreta y fiesta. Aunque no le digo mamá para llamarla es mi mamá y la abuela de mi hijo.
DZ/rg
Fuente Redacción Z
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