Quienes frecuentan la intimidad de Bolívar 1 comenzaron a enterarse el lunes, aunque muchos ya los sospechaban. Al parecer, María Eugenia Vidal habría reclamado volver a la Ciudad dado el magro nivel de instalación al cabo de seis meses de caminar la provincia de Buenos Aires. Esto supone que volvería a disputar también la sucesión de Mauricio Macri, como aspiran a hacer Horacio Rodríguez Larreta y los senadores Diego Santilli y Gabriela Michetti.
Ese territorio, dicen en el PRO, se va convirtiendo en un campo fértil de oportunidades. Saben que es imposible competir con la inserción política y social del gobernador Daniel Scioli, pero no lo es tanto si la competencia se entabla más con el abanico deshilachado de la oposición al peronismo, es decir, las distintas vertientes socialistas y panradicales. Aun así, admiten en privado que la candidatura de Vidal no crece, que su nivel de desconocimiento es alto y, lo que es más grave, Vidal se queja de que el partido no cumple las condiciones pactadas con ella al momento de aceptar bajar a la provincia. Básicamente, con los recursos para logística y propaganda que, sólo para este año en curso, sería una suma superior a los 50 millones de pesos.
Como sea, Vidal no mide. Ni siquiera se acerca al nivel de conocimiento del primo Jorge Macri, intendente de Vicente López y articulador de buenas relaciones con sus pares en la provincia.
Pero como Macri necesita para su pelea presidencial al menos el 20 por ciento de los votos de la provincia (sospecha que allí tiene ya consolidado el 15 por ciento de intención de voto que le dan hoy las encuestas), la mesa chica política del PRO y el mismísimo Macri están pensando en un atajo, en una solución mágica e idéntica a la que encontraron en su momento para Santa Fe, es decir, un actor, un deportista, un mediático, un Miguel del Sel bonaerense. Dicen que ya lo tienen y que sólo se trataría de licuar la culpa que le produce a Macri discontinuar a uno de sus mejores soldados, la señora Vidal.
Nicolás Caputo, socio de Macri y consejero de tiempo completo, sería el más audaz defensor de la solución a la encrucijada bonaerense porque sostiene que “Macri no debe sentirse culpable de nada, ya que él y sólo él fue el promotor e inventor de sus cuadros políticos”. Palabra más, palabra menos, desde luego.
De cualquier manera, ninguna cosa está dicha. Todo es cuestión de hacer los cálculos en frío y sobre todo de cuidar la imagen de “somos la nueva política” con la dedicación del orfebre, en este caso del influyente Marcos Peña que evalúa los daños que pueden haber hecho al PRO la campaña de sus militantes contra Massa, sirviendo panqueques en la vía pública. Y hasta de medir el impacto de otras decisiones, como qué hacer con Boca, Angelici, con el propio Riquelme y con los piropos desatinados del propio jefe de Gobierno porteño.
DZ/rg
Fuente Redacción Z
0 Comentarios
Sé el primero en dejar un comentario!