Desde 2008 funciona en Parque Patricios el Distrito Tecnológico. La concentración de empresas e industrias especializadas en áreas geográficas particulares es globalmente reconocida como una estrategia de desarrollo local y regional. La propuesta se apoya en las ventajas resultantes de las economías de aglomeración, que les dan a las empresas un nivel de eficiencia y competitividad mayor al de los grandes establecimientos manufactureros. Son varios los modelos que a nivel mundial inspiran e impulsan estas iniciativas: el 22@ de Barcelona y, también, el Caohejing Hi-Tech Park (CHJ) de Shangai. Sin embargo, a pesar de los buenos resultados que a priori estas iniciativas pueden haber generado en otras ciudades, el balance en Parque Patricios es incierto.
Esta política se desarrolla con base en la puesta en valor de áreas degradadas y la promoción de nuevos emprendimientos inmobiliarios, comerciales y de servicios destinados a los sectores de ingresos medios y medios altos. Las transformaciones generan importantes aumentos en el precio del suelo. En un contexto en el que las políticas de vivienda y los créditos hipotecarios para familias de menores ingresos brillan por su ausencia, estas iniciativas producen el desplazamiento sistemático y progresivo de la población de bajos recursos, habitantes históricos de esos barrios. Parque Patricios no será la excepción.
El mejoramiento de zonas degradadas es sin duda un hecho positivo. Pero si bien resulta interesante promover el desarrollo económico generando industrias “limpias” y apostando a la revitalización de áreas con un importante stock de inmuebles vacantes, restan algunas respuestas algo más contundentes. La lógica que sustenta el desarrollo del Distrito Tecnológico deja abiertas al menos algunas preguntas: ¿Cuál será el impacto que tendrá la promoción inmobiliaria? ¿La política industrial traerá necesariamente desarrollo productivo?
Se espera que Parque Patricios se constituya en un lugar de residencia atractivo para los jóvenes trabajadores de la industria del software. Si bien es promisorio que se promueva el repoblamiento de áreas que desde hace al menos dos décadas pierden población, será necesario evitar que la llegada de los nuevos pobladores se produzca a expensas de los residentes históricos. A pesar de que pueden disponer de la tenencia legal de sus inmuebles, se pueden ver forzados a mudarse porque con su llegada, los nuevos pobladores –que habitualmente pertenecen a sectores de mayores ingresos– traen distintas costumbres, gustos y consumos que modifican las relaciones sociales, los lazos de vecindad y, fundamentalmente, los costos de la vida cotidiana. Para mitigar estos riegos, el Estado debe intervenir antes de que el proceso de valorización se dispare. A posteriori, las actuaciones se vuelven mucho más complejas tanto en términos políticos como económicos.
DZ/rg
Fuente Redacción Z
0 Comentarios
Sé el primero en dejar un comentario!