En el Barrio Mitre se respira indignación. Van cuatro inundaciones en 2012. Los vecinos ya no saben qué hacer frente a un problema atado a la suerte meteorológica. Nora Gaete es kiosquera y hace 30 años que vive en el Mitre. Dice que hay “mucha bronca” por la falta de respuestas, tanto de IRSA–propietaria del shopping Dot como del Gobierno de la Ciudad: “Juegan con la paciencia de la gente y cuando explotamos nos dicen que estamos saqueando el Dot”.
Sabíamos lo que podía pasar, hacemos compuertas en las casas. Pero esta vez llovió demasiado, las compuertas no dieron abasto y el agua empezó a salir de las rejillas, de la cocina, el patio y el baño. Se inundaba por adentro y por afuera. Los desagües del Dot rebalsan las calles y el agua corre como un río. El barrio está bajo, y unos sectores más bajos aún.
¿Cuándo se percataron que el Dot desagota en el barrio?
Este año ya tuvimos cuatro inundaciones cuando este sector (más cercano a la esquina de Arias y Melián) no se inundaba nunca. En mi casa el agua llegó a un metro, quedó todo abajo del agua, los freezers, la heladera. Por suerte no se quemaron, pero hubo gente que perdió todo.
¿Lograron alguna respuesta?
No. Acá se juntó la gente para ver cómo hacíamos para defendernos y buscar una solución. El Dot nos dijo que no tiene responsabilidad, hay un abogado que tramitó una queja ante el Gobierno de la Ciudad. Vino gente del gobierno, se dieron cuenta de que había irregularidades, pero no supieron explicar. También dicen que el Dot le paga a algunos vecinos para que se mantenga todo calmo. La cuestión es que peligra mi fuente de trabajo, el kiosco.
¿Les dieron ayuda?
Pasaron entregando dos botellas de lavandina pero no se puede desinfectar nada con eso. Hay chicos con problemas respiratorios y en la piel. Hay que desinfectar todo porque el agua está muy contaminada.
¿Qué puede pasar en la próxima inundación?
Ponemos los electrodomésticos a más altura, armamos compuertas. Lamentablemente tenemos que buscar soluciones individuales.
¿Y respecto de los incidentes?
Hay opiniones diferentes. Algunos dicen que hay que hacer una marcha, otros creen que no porque después dicen que somos unos negros. Hacer una batucada para que les dé vergüenza. Si vamos hasta el shopping algunos se violentan pero la reacción de la gente es inmanejable, si se inunda tu casa, perdés todo y nadie te da una respuesta te da mucha bronca. Dicen que hubo saqueos cuando le gente fue a pedir que no los inunden más. Ahora, hasta marzo no va a pasar nada, ¿y si hay tormentas en el verano? Algunos están pensando en tapar los desagües con cemento, piedras. Juegan con la paciencia y cuando explotamos dicen que saqueamos el Dot.
¿El Gobierno de la Ciudad se contactó con ustedes?
Creo que nos quieren borrar del mapa para seguir construyendo torres. Pero tenemos escritura, pagamos ABL y los servicios. No nos van a sacar así nomás. Uno se encuentra con obstáculos increíbles: yo tengo un kiosco y no lo habilitan porque no tengo calle…
¿Ustedes sienten que los quieren marginar?
Estamos rodeados de torres, luego metieron el Dot donde había una canchita de fútbol. Siempre nos dijeron que iban a urbanizar, abrir calles. Pero nunca pasó nada. Este barrio está como privado, ¡privados de libertad estamos! Si pedís un teléfono, no entran; el correo recién empieza a venir. Cuando yo vendía cosméticos, tenía que dar otra dirección. Para ir a buscar laburo, hay que dar otra dirección. El barrio está marcado como zona peligrosa, hasta los GPS dicen que zona peligrosa. Los chicos son llevados a rondas de reconocimiento por el fiscal Campagnoli sin haber hecho nada, por portación de barrio. Acá no hay justicia, ni legal ni social.
¿Cómo es la vida en el barrio?
Acá hay espacios verdes, árboles. Yo tengo una huertita, tomates, acelga, berenjenas, orégano, ajíes, menta, albahaca, ciboulette. Uno se puede sentar en la calle, poner una mesita y comer. Los chicos están tranquilos porque no andan autos. Se vive bien.
¿Y la relación con Saavedra?
Siempre, si pasa algo, son los del Mitre… las mujeres del Mitre son vagas, chorras, faloperas. Pero hay muchos que vienen a comer a la parrilla de mi hijo y se sorprenden por el trato, por la amabilidad. Hay valores, principios solidarios que no se pierden. Acá nos conocemos todos, y también a veces nos peleamos porque hay internas como en las mejores familias.
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