el banco de Primera, fue uno de los mejores tres jugadores de fútbol sala de la historia, fue DT de juveniles, coordinador de inferiores y, desde hace cinco meses, es el entrenador del equipo profesional. En ese breve lapso, Néstor Apuzzo consiguió, además, que el Globo ascendiera a la máxima categoría del fútbol argentino y salir campeón de la Copa Argentina.

¿Cuántos jugadores del actual plantel de Primera dirigiste en inferiores?
Muchos, doce o trece.

¿Por qué “Wanchope” Ábila y Domínguez no jugaban con Kudelka (el DT anterior) y con vos son irreemplazables?
No lo sé. Yo tengo una gran relación con Kudelka. Domínguez es el gran capitán y Wanchope tiene cosas del Beto Acosta, pone el cuerpo, define bien, juega al límite del offside.

Completá la frase: Huracán es…
…mi segunda casa.

Pero alguna vez te trataron mal.
Dos veces. En tu casa, a veces, tenés problemas. Fue doloroso. La primera vez me echaron por hepatitis, cuando jugaba, y la segunda cuando llego Babington como presidente, que eligió a Amodeo para dirigir las inferiores. Me dolió. Pero nunca le haría un juicio a Huracán y eso que no tenía un peso.

¿Tenés tu casa, tu auto, como es tu situación económica?
Mi casa –en Parque Patricios, obvio– tardé ocho años en terminarla. Arranqué en 2001 y terminé en 2009. Recién ahora me estabilicé. Mi mamá es jubilada, mi papá está en un geriátrico, durante mucho tiempo me bancó mi mujer. Yo cobraba de Huracán con vales, Lecops, Patacones…

¿Qué equipos de la historia te deslumbraron?
Huracán del 73, Holanda del 74 y el Boca de Bianchi.

¿Qué técnicos admirás?
Como formadores, Pekerman y Ramón Cabrero. Gracias a Dios, tuve muchos encuentros con ellos. Además, me saco el sombrero con Menotti y Bianchi y me encantan Martino y Simeone. Como buscador de chicos, Ramón Maddoni es el número uno.

Los que te vieron como futbolista dicen que eras un gran número 10 y que le pegabas bien con las dos piernas. ¿Cómo se aprende?
Genética, potrero… Las repeticiones sirven, mejorás a controlar el viento, el apoyo, y después mirando mucho. Yo crecí viendo a Brindisi y Babington. Para ellos, cada tiro libre era un penal.

¿La guerra de Malvinas terminó con tu carrera de futbolista?
No sé, pero la pasé muy mal en el servicio militar. Y eso que no estuve en zona de combate. Los milicos, a palazos, me lastimaron un riñón, volví con un clavo en la planta del pie, tuve una infección, estuve 15 meses sin entrenar… y cuando regresé, me agarró la hepatitis, que algún especialista me dijo que fue por nervios. La hepatitis me dejó otro año afuera y allí se terminó mi carrera en Huracán. Estaba débil, ya no era el mismo. Jugué en el ascenso hasta los 28 años.

Y manejaste un taxi.
Si, un año, en los 90. Jugaba en el ascenso y no me alcanzaba la plata. Una vez me chorearon y fue muy duro, me sacaron el carnet de Lugano y me apuntaban con el arma y me decían “monigote, no vas a jugar más”; gracias a Dios, zafé.

¿Por qué Huracán no puede repetir el gran cierre del año pasado?
La adaptación a Primera no es sencilla. Vamos a pelear, quiero dejar el equipo bien parado en Primera, de la mitad de tabla para arriba y tenemos otro objetivo, ganar la Supercopa contra River.

¿Soñás con que una tribuna con tu nombre, con algún tipo de homenaje?
¡Nooo! Soy un eterno agradecido al plantel. El tiempo dirá si quedo o no en la historia. Lo importante es que ahora estamos mejor en inferiores, Daniel Messina está haciendo un gran trabajo. Hoy, los chicos quieren volver a Huracán. Vamos a tener a dos chicos en el Mundial Sub 20, Espinoza y Romero Gamarra.

Armá un podio de los mejores jugadores que viste…
Maradona, Housemann y Messi.

¿Ése es el orden?
Sí. Diego, el mejor. Y el Loco Housemann fue más que Messi. Yo, le vi hacer cosas únicas.

DZ/rg

Fuente Redacción Z