Un “falso respiro”, lo denomina Juilo Bassan, presidente de la Asociación de Organizadores de Milongas (AOM) al período de gracia que vive el sector durante la celebración del Festival y Mundial de Tango.
“En este momento, no tenemos milongas clausuradas, pero es un falso respiro. Cuando termine el Mundial, veremos”, afirma Bassan. El principal foco de conflicto pasa por las clausuras sistemáticas que impone la Agencia Gubernamental de Control sobre los bailes. Además, le reprochan al Gobierno de la Ciudad falta de apoyo a la actividad en materia de difusión y subsidios.
La preocupación de los milongueros se debe a la larga impasse en el diálogo con los representantes del gobierno porteño en el marco de la Unidad de Proyectos Especiales de Espacios Culturales (Upeec). Allí deberían participar representantes de la AGC, del Ministerio de Cultura y del sector cultural, pero la AGC dejó de enviar representantes sin mayores explicaciones. “La última cita que tuvimos fue el viernes 14. Estábamos nosotros, los representantes de los teatros independientes y los Abogados Culturales (N. de la R.: impulsores de la llamada “ley MECA”, que beneficia a los centros culturales independientes), pero cuando llegamos nos informaron que la reunión se suspendía porque la AGC no enviaría a nadie”, explica Bassan.
Para el presidente de la AOM, el vínculo con los funcionarios es serpenteante. “Con el sector de Patrimonio trabajamos mucho y compartimos proyectos. Con Cultura, estamos avanzando en un subsidio para las milongas con música en vivo, que es una buena noticia. Pero con la AGC, que es la que dicta las clausuras, y con el sector de organización de Festivales, en cambio, no hay diálogo. Entre abril y mayo nos vienen a buscar para organizar el campeonato de milongas, pero en agosto, durante el Mundial de Baile, se olvidan de nosotros. Ni siquiera publican la lista de milongas en su folletería.”
Al tango, Patrimonio de la Humanidad, le sobran problemas en casa.
Reaperturas precarias
Con la reapertura de la milonga Malena, que tiene su sede en el Club Sunderland en Villa Urquiza, volvieron a abrir sus puertas todas las milongas porteñas. Sin embargo, la situación continúa siendo precaria. “Nos dieron un permiso especial que tenemos que ir a buscar todos los viernes para poder abrir los sábados”, explica Liliana Rodríguez, organizadora de Malena. “Pedimos el permiso de baile hace un mes, pero todavía estamos esperando”.
La milonga del Sunderland estuvo clausurada dos meses, cuando en la madrugada del 20 de junio se presentaron los inspectores para exigir la instalación de un tanque hidrante, cañerías y mangueras contra incendios. “Se tendría que hacer cargo el club, pero dicen que no lo pueden pagar”, continúa Liliana. Las milongas del Sunderland son un clásico centenario en la Ciudad. Otra que reabrió fue la milonga del Salón La Argentina, que estuvo cinco meses cerrada. Le dieron un permiso provisorio hasta fin de año.
DZ/JPC
Fuente Redacción Z
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