Con mi familia, no le damos sentido religioso a la Navidad porque somos judíos. Pero celebramos y siempre hay una cosa de juego, algo lúdico que nos reúne con los hijos, con la familia y los amigos. Uno siente que, en una tierra donde la mayoría son cristianos, hay una energía especial por esos días que parecería hacer que todos deseemos lo mismo. Por eso festejamos: es una manera de sumarnos a un profundo deseo de paz y de unión.
Es más, hubo una vez en la que mi marido, Roberto, se disfrazó de Papá Noel para mi hijo. Él era chiquito y, justo cuando fue corriendo a buscar a su papá para ir a buscar a Papá Noel, lo encontró en el baño poniéndose la barba… Ya no recuerdo qué le dijimos, pero zafamos. Creo que las ganas de mi hijo de creerle a su papá hicieron que se conformara con la explicación. ¡Una muestra de fe! Que uno crea o no es algo tan personal… Y a veces vale la pena creer. Al fin y al cabo, todos buscamos un encuentro.
DZ/km
Fuente Especial para Diario Z
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