Era 1976 o 77, yo estaba estudiando ingeniería electrónica. Mis padres, mi hermano, toda la familia viajó al Uruguay porque tenemos una casita, un ranchito en el bosque. Yo les dije que tenía que rendir unos exámenes, así que me quedé en Buenos Aires estudiando con mi mejor amigo Electrónica 1. Pero era mentira, ya los habíamos rendido y aprobado. Queríamos aprovechar y quedarnos solos, hacer la nuestra, boludear en Buenos Aires y llegar justo para el brindis y veranear allá.
Así que, esa Nochebuena nos fuimos en un barco en la época en la que no existía Buquebus ni la interacción que hay ahora. Pero no fue fácil: para no perder el lugar en el asiento pasamos la noche en el puerto. Había una plaga de mosquitos y nos mataron picando. Al otro día, amanecimos con ronchas por todo el cuerpo.
Llegamos al Uruguay el 24, muy temprano y, como queríamos estar solos, caer recién a las 12, nos fuimos cerca de la casita y nos metimos debajo de un puente, escondidos. Estuvimos ahí todo el día. ¡También había mosquitos! A la medianoche, mi amigo se subió a mis hombros y nos pusimos una sábana encima. Caímos de sorpresa, en medio de los cohetes, disfrazados de fantasmas. ¡Mi viejo nos vio y agarró un palo para darnos! Zafamos porque se metió mi vieja, contenta de verme: estaba creída que ésa iba a ser la primera Navidad que pasaría sin uno de sus hijos, y le di una sorpresa.
DZ/km
Fuente Redacción Z
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