A mí me encanta tener amigos varones, pero no cualquier chico se banca el trato en paridad de condiciones. Para bien o para mal, la mayoría suele caer en algún cliché machista, aunque sea mínimo, como hablar por encima nuestro. Incluso cuando los desfavorecen. “Todo bien, pero yo pago la cena”, me suele decir M. Y sí, gracias, es un mimo, pero si siempre pagás te va a salir tan caro verme que no es negocio, pienso, le explico y él entiende, pero no soporta verme sacar la billetera.

Por eso, S. es uno de mis amigos favoritos. Relacionarse con él es como un viaje a un futuro perfecto, donde el mundo no es un patriarcado, en el que departimos unas y otros de igual a igual. En todo sentido. En cualquier área. “Nada debería ser diferente para las mujeres por ser mujeres. Me resulta muy raro tener que escribir esta frase, pero varios (y varias, sí) la leen de corrido y no reparan en su importancia. Por eso les pido que entiendan cuan violentos son los chistes relacionados con el maltrato de mujeres que muchos escriben o dicen por no entender el verdadero motivo de este día”, escribió en su muro de Facebook el 8 de marzo.

El único hombre que comentó el post, lo acusó de pollerudo. Era como ver el mundo al revés. Un chico, mi amigo, en el lugar que solemos estar tantas. Y no se amilanó, no señor. No cayó en la risa para zafar ni aflojó. Llegué a leer que le propuso al pibe que lo hablaran en persona, porque S. cree que todos pueden pensar como nosotros. Y yo creo que él debería multiplicarse como un gremlin mojado.

Otra cosa que me gusta de relacionarme con S. es que muchas veces me deja en orsai. Como cuando una vez dije “esto es una garcha”, ante una fatalidad, y él retrucó: “esa frase no tiene sentido cuando la dicen mujeres heterosexuales y putos, si las garchas les gustan. Sería como que yo dijera ‘Esto es una concha’ para algo malo. ¡Jamás! ‘Esto es una concha’ en mi caso aplica para decir que algo me encanta”.

Mi amigo S., guapísimo y divertido, tiene una vida sexual y sentimental activa, florida y entretenida. Las chicas que se cruzan en su camino se llevan en su haber la prueba empírica de que las relaciones de cualquier tipo, libres de todo machismo, son hermosas, livianas, pacíficas. Y en su caso, además, sexys.

DZ/dp

Fuente Redacción Z