Recuerdo que de niño pasé Navidades muy divertidas pero, ahora que soy adulto, me parece que no sólo se trata de eso, también son momentos sensibles, profundos. Las últimas Navidades que viví no fueron muy alegres. Sin embargo, si me preguntan, diría que fueron las mejores. Es que uno empieza a valorar la posibilidad de reunirse con la familia. Tuve pérdidas familiares muy importantes en el último tiempo. Entre ellas, mi mamá, para esta fecha. Todos sabemos que, cuando esos aniversarios caen en Navidad, parecen más difíciles, pero no: yo decidí cambiar esa sensación. ¡No puede ser que uno esté siempre sufriendo los recuerdos! Hay que pensar que las Navidades que vendrán van a ser mejores. Así que digo que la mejor Navidad fue la del el año pasado, cuando me disfracé de Papá Noel para mis sobrinos. La verdad es que supimos pilotearla bien con mis hermanos. Pudimos hacer que la Navidad se convirtiera en un remedio frente a las distancias familiares que a veces se producen. Por eso les digo a todos: bienvenida sea la Navidad.
DZ/km
Fuente Especial para Diario Z
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