Hay muchas personas, en cualquier lugar del planeta, que sueñan, sueñan y sueñan… Sueñan ser ricos, sueñan vivir rodeados de jardines y de lagos, sueñan no trabajar de “sol a sol”… y así ad infinitum.
Pero aclaremos algo, llevar a cabo ese sueño, es un proceso. La palabra “sueño” tiene una raíz griega: enupniazo, que más o menos significa “proyectos viables”.
Necesitaremos un proyecto y un objetivo. Y necesitamos poder realizarlos, que sean viables.
¡Hay que tratar de evitar la palabra imposible! Hay que tratar de no paralizarse. Generalmente, el sueño es un proyecto que, en principio, nos supera en todo sentido.
El sueño es irrealizable. Pero como sueño, su realización, el llevarlo a cabo –pleno de dificultades, por cierto– habla de nosotros mismos, habla de seres humanos de “carne y hueso”.
La carne y el hueso del soñador se supone que están cargadas de células y tejidos. Sí, es verdad, pero los nutre la impaciencia. Y ése es el peor nutriente, porque amenaza –siempre lo hace– con la parálisis, el “quedantismo”, el seguir soñando y no haciendo absolutamente nada.
La impaciencia es el gran enemigo epidémico del que hay que cuidarse. Y la impaciencia se suele diagnosticar, cuando te dicen o tú mismo te dices: “No me sale nada”. O “relato el sueño y me miran mal”. O también: “Voy de fracaso en fracaso” y otras cuantas cosas por el estilo.
Axioma para recordar cuando haya un poquito de tu añorado éxito: “La victoria tiene muchos hijos. La derrota, muchos huérfanos”.
Si esperas ser becado, sostenido por “ríos de dólares”, entrevistado por canales de la televisión o por ser una figura popular por sólo tener un sueño, puedes ya, anticipar el fracaso.
Pero nada de todo eso ocurrirá en la realidad concreta.
Todo esto es válido para alguien que piensa que nadie lo querrá, que será un amante fracasado, que los que triunfan son los artistas “porno”, que el triunfo está asegurado por los penes enormes que muestra la televisión, que los goces sexuales son los gritos “satisfactorios” que muestran esas artistas femeninas para los espectadores ingenuos.
El sueño siempre es más veloz que el esfuerzo concreto del soñador. El sueño es siempre fácil, el esfuerzo por lograrlo es siempre difícil.
DZ/sc
Fuente Redacción Z
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