Que tu alimento sea tu medicina», proclamó alguna vez Hipócrates y una de las múltiples lecturas hoy toma forma en el movimiento vegetarianista. ¿Y por casa como andamos? Según datos del INTA, en la Argentina se consumen cada año 101 kilos de carne vacuna, porcina y aviar, un número que nos pone apenas por debajo de Estados Unidos, que lidera el ranking con 120 kilogramos.
¿Se puede, entonces, ser vegetariano en la capital del segundo país que más carne consume a lo largo de todo mundo? Sobre la base del crecimiento que en los últimos años registró Buenos Aires en cuanto a comercios relacionados con la «comida sana» y a restaurantes o locales de perfil naturista, podría decirse que sí, que el porteño, de a poco, se va sumando a la minoría activa que eligió pensar en verde.
«Somos lo que comemos» resume con una frase tan utilizada como implacable el instructor naturista y parte de la Unión Vegetariana Argentina, Víctor Bianco. Y agrega: «Si queremos tener salud, debemos comer alimentos sanos», algo que la rutina porteña quizá no ayude a concretar, aunque otro miembro de UVA, la profesora Mabel Abiatte, retruca con la esperanza de que «cada vez seamos más los que queremos comer sano, los que tenemos cargo de conciencia cuando nos enteramos de lo que usa la industria para crear alimentos».
En relación a la conciencia naturista del consumidor, el porteño parece tener ventaja en relación al habitante del interior del país, si se tiene en cuenta que en Capital Federal hay más de medio centenar de restaurantes y bares dedicados a la «comida natural», en muchos casos elaborada sólo con vegetales o elementos extraídos de la naturaleza, orgánicos, alejados de la química y los conservantes.
«Nos enseñaron a comer diferente», asegura Myriam Solís, militante activa del vegetarianismo que considera «arcaicos y refutables» cada uno de los argumentos a favor del consumo de carne. «De dónde se adquieren las proteínas es la pregunta clásica. Hay que informarse, leer, aprender», dispara y desafía: «Al comenzar este tipo de alimentación podés ver que el cuerpo responde de manera positiva, es cuestión de buscar la alternativa y ganar en calidad de vida».
Nicolás Pauls, un fundamentalista
A la hora de hablar de su opción vegetariana el conocido actor se define como «fundamentalista, radicalizado y cada vez más intransigente». También, considera que «cuanto menos dolor generemos mejor vamos a estar; no hace falta masacrar a un animal para comer, pudiendo alimentarnos de otras cosas», y lo reafirma con el hecho de ser vegano, lo que significa que no sólo no come carne, sino que no consume producto alguno que derive de un animal. «Aunque a veces como algún lácteo», confiesa.
Entre los locales que pican en punta, se destacan Pura Vida, en Palermo, Corazón de Melón, en Recoleta, y el más bohemio y de perfil más militante Reina Kunti, en Almagro, por fuera del circuito ABC1 pero enteramente dedicado a la comida hindú.
Fuente Redacción Z
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