Bajo los arcos del viaducto del Ferrocarril San Martín, en la década del ’90 funcionó un centro gastronómico y de entretenimiento que se bautizó Paseo de la Infanta. En estos metros confluyen simbólicamente hechos relacionados con la organización del país a fines del siglo XIX y a principios del XX que dejaron una huella muy clara en la historia nacional.
En la década de 1880, el modelo agroexportador estaba dando sus primeros frutos. La Argentina crecía y se necesitaban ferrocarriles que transportaran granos y carnes para exportarlos desde el puerto. Con este fin, en 1882, se fundó el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico. De capitales ingleses estaba dirigida por el chileno Juan Clark. Uniría la ciudad de Mercedes, en la provincia de Buenos Aires, con Villa Mercedes, en San Luis. A partir de 1888 se comenzaron a construir las estaciones de corta distancia, dentro de la ciudad de Buenos Aires y alrededores: en 1887 La Paternal; en 1888 Devoto, en 1896 San Miguel, en 1906 Santos Lugares, en 1907 Sáenz Peña y Villa del Parque y en 1908 El Palomar. La estación Palermo se terminó en 1909 y la terminal de Retiro, en 1912. Era provisoria, pero resultó permanente.
De esas fechas datan los arcos de ladrillos y hierro fundido, típicamente ingleses. La línea se estatizó en 1947, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón y desde entonces, pocas novedades hubo en este ramal, que continúa sin electrificar, operado por viejas locomotoras Diesel que reemplazaron las originales a vapor.
Mientras el tren avanzaba y Carlos Thays le daba su forma definitiva a los bosques de Palermo, en 1910, el gobierno decidió hacer una gran fiesta para celebrar el Centenario de la Revolución de Mayo. A los festejos, organizados bajo la presidencia de José Figueroa Alcorta, fue invitada María Isabel Francisca de Asís Cristina Francisca de Paula Dominga de Borbón y Borbón, delegada de la corona española. En su país le decían La Chata, por el estilo informal y su popularidad. Aquí, simplemente, fue la Infanta Isabel. Cuando visitó Buenos Aires, María Isabel tenía casi sesenta años. Casada con Cayetano de Bordón, enviudó en 1871 cuando él se suicidó. Y permaneció soltera desde entonces.
El Centenario buscó revitalizar los vínculos con la herencia española, que había sido abandonada por la generación del ’80 a favor de aires ingleses o franceses. Quizá por eso, Isabel fue la visitante más agasajada y participó de la colocación de la piedra fundamental del Monumento a la Carta Magna y a las Cuatro Regiones, más conocido como Monumento de los españoles, en la intersección de Av. Libertador y Av. Sarmiento. Esta celebración, que marcó el punto máximo del régimen liberal conservador, fue su viaje diplomático más importante.
Todos los protagonistas de esta escena sobreviven simbólicamente en la zona, como un museo que conmemora ese momento de síntesis que fue el Centenario: modelo agroexportador con capitales ingleses y tradición cultural española.
DZ/km
Fuente Redacción Z
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