Faltan horas para que se inicie el larguísimo campeonato de primera división con treinta equipos en la misma categoría. El engendro creado por Julio Grondona con la idea de sacarle más plata al gobierno nacional fue votado y tuvo que hacerse aunque desde 2016, comenzará un ciclo de achicamiento que lo devolverá a los veinte o quizá veintidós equipos en cuatro años.
Desde febrero hasta noviembre, serán 30 jornadas con 15 partidos programados por la televisión en cuatro días seguidos, lo que rellenará sobradamente la pantalla de fútbol, tomando en cuanto que se emitirán cuatro encuentros de la B Nacional y cuatro de la B Metropolitana.
Empachados quedarán todos los futboleros de ley, porque no habrá chance de otra cosa.
La Copa Libertadores distraerá a cuatro de los cinco grandes (River, Racing, Boca y San Lorenzo) y los otros dos lugares los ocuparán Huracán y Estudiantes, aunque los pincharratas necesitarán vencer al modesto Independiente ecuatoriano en la vuelta del repechaje. No es difícil pensar que al mismo tiempo, los cuatro primeros buscarán pelear el título internacional, pero harán lo mismo con el torneo local. Han conseguido refuerzos, han puesto bastante dinero, porque si no lo tienen lo consiguen, lo mismo que Independiente.
Los rojos tienen una deuda monumental de casi 600 millones de pesos, pero pudieron gastar casi 90 millones más para reforzarse, a pesar de haber hecho una buena campaña en el Transición y de que nadie en AFA controle la desmesura del gasto cuando no le pagan a nadie. En cambio, Vélez y Lanús optaron por cambiar jugadores, dejar ir algunas figuras (Marchesín, Somoza, Seba Domínguez, Papa, Pratto) para repetir sus ciclos. Se desprenden de futbolistas caros, buscan nombres más económicos pero rendidores y vuelven a pelear con aspiraciones. Así, le han sacado distancia a casi todos, aunque no siempre acierten con los jugadores que traen.
En Rosario apelaron al pasado. Central repatrió a Marco Ruben y al Chelito Delgado, pero se dio el gustazo de ubicar al Chacho Coudet como entrenador, su primera experiencia. Newell’s buscó jugadores con pasado rojinegro pero no los pudo conseguir. El consuelo vino por la llegada de Américo Gallego, al club que lo vio debutar hace 40 años.
El resto buscará sumar para evitar problemas, aunque los descensos serán solamente dos y por promedio, lo que deja fuera de las presiones a los que terminaron de mitad de tabla para arriba. Sin embargo, los diez novatos tienen que acumular victorias para estar tranquilos, sobre todo porque en 2016, el primer semestre provocará otros cuatro descensos.
Volverá el clásico santafesino, se enfrentarán dos enemigos deportivos como Godoy Cruz y el San Martín sanjuanino, Belgrano seguirá siendo el único equipo cordobés y habrá una novedad: después de treinta años, un cuadro de Misiones –Crucero del Norte- jugará en Primera A lo mismo que Aldosivi, el representante marplatense. Esas modificaciones lo harán más federal, más amplio en el sentido geográfico pero quizá no lo hagan tan competitivo. ¿Podrán los cuadros ascendidos mantener un nivel aceptable en el torneo?
Vale la pena recordar que el último torneo larguísimo con 36 equipos se disputó en 1930.
Era de una sola rueda, pero se extendió tanto que finalizó en mayo de 1931. Fue en ese momento cuando 18 clubes decidieron desprenderse y crear la Liga Argentina de Football, organismo que duró hasta que en 1934 nació la actual AFA. Esa distancia entre profesionales y amateurs no es la misma que existe hoy, por cierto, pero ojalá no lleve a una división en el fútbol argentino. A que al no estar Julio Grondona, ciertos clubes populares y con mucho poderío económico, pretendan otra cosa que lo que quiere el resto.
Grondona fue quien le puso frenó a las ambiciones desmedidas de los más grandes y los limitó a competir con otros que luego los superaron en los últimos años. Esa vuelta al pasado no debería ocurrir. Por el bien de todos.
DZ/sc
Fuente Especial para Diario Z
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