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TEMAS DE LA SEMANA

Informe Z: Sapucay en la noche porteña

Con bailes populares o recitales íntimos, el chamamé vive en Buenos Aires. Apretado y valseadito, se baila con fervor. Los sapucay, la nostalgia del pago, rasgan la noche porteña.

Por Roberto Durán
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Apenas el acordeón rompe el silencio con su ritmo corta­do. Apenas las gui­tarras acentúan esa célula rítmi­ca del seis por ocho. Apenas todo eso pasa, en algunos rincones de la ciudad, alguien retiene con la mano izquierda la mano derecha de una dama. Comienza el zapa­teo, ese marcar el compás con la planta de los pies. Por momen­tos, resulta raro ver a alguien bai­lar chamamé en un local céntri­co de esta ciudad; quizá porque es el género folklórico más atado al paisaje y al hombre de campo, al guaraní, a los ríos y esteros del Litoral. De todas formas, la rela­ción del chamamé con Buenos Ai­res no es nueva.

En los años 20, los sellos dis­cográficos de esta ciudad hicie­ron las primeras grabaciones de aires correntinos. Aprincipios de los 30, Odeon, Brunswick y RCAVictor recibían corresponden­cia de todo el Litoral solicitando grabaciones. El pianista Francis­co Pracánico y el poeta Diego No­velli Quiroga compusieron la obra “Corrientes poty” (“La flor de Co­rrientes”), que fue grabada en fe­brero de 1931. El membrete del disco decía “chamamé correnti­no” y fue el primer registro de la historia discográfica en donde se cita el género.

Hoy, 83 años después de aquella grabación, las grandes pistas de baile y shows con mú­sicos en vivo están en Floren­cio Varela, Rafael Castillo y otros puntos del conurbano bonaeren­se. Sin embargo, comienza a cre­cer la oferta en la ciudad de Bue­nos Aires, impulsada también por un gran semillero de nuevos acor­deonistas, guitarristas y cantores. Acá va entonces un recorrido por algunos de los lugares para escu­char esa música, enlazar cuerpos suavemente o explotar en un gri­to de sapucay.

Encuentros Culturales

Desde 2002, la Casa de Co­rrientes en Buenos Aires (San Martín 333) organiza los “En­cuentros Culturales de los Vier­nes”, en el que se ofrecen char­las, exposiciones, presentaciones de libros y, como cierre, recitales de grupos chamameceros.

El salón es grande, con un pe­queño escenario en el que pri­mero algún referente habla de los grandes próceres del género y luego suben los grupos a tocar. Hay mucha luz. En un costado, al­guien calienta unas empanadas para vender. En otro costado, se ven las oficinas cerradas.

“Quisimos poner en valor nues­tro patrimonio cultural. Se pue­de presentar un libro u ofrecer una charla sobre algún poeta litoraleño. Siempre el final es con un recital”, contó Milcíades Aguilar, quien está a cargo de la organización.

Aguilar cree que hay una re­valorización del chamamé en todo el país. “Lamentablemen­te, la música y la danza se toma­ron a la ligera durante muchos años. El bailarín de chamamé vive de una forma especial la música y se expresa a través de ese movi­miento. Es algo que traemos des­de Corrientes y lo tenemos muy presente cuando estamos en el éxodo. Ahora, a raíz de esa valo­rización, hay muchos jóvenes to­cando chamamé con acordeón, guitarra y bandoneón. El género está viviendo el mismo proceso del tango: viene del suburbio –en este caso del Gran Buenos Aires– y llega a la ciudad”.

Los que se acercan por pri­mera vez, agrega Aguilar, quedan sorprendidos por la gran variedad que tiene el género. Aprenden la diferencia entre un chamamé, un rasguido doble y un valseado. Dis­tinguen las figuras del baile. Y co­mienzan a escuchar algunas pala­bras en guaraní.

“Ven que hay distintas for­mas, modos y estilos de la músi­ca. Hace poco, dimos una charla sobre el chamamé y la cultura co­rrentina a 30 maestros de la ciu­dad, que se fueron a casa con una cosa nueva. Empezaron a cono­cer algo que tiene que ver con lo nuestro. Nuestra poesía también es muy diversa: le cantamos al amor, al paisaje y al hombre. Mu­cha gente se quedó con ‘El ran­cho ‘e la Cambicha’, que compuso Mario Millán Medina y popularizó Antonio Tormo. Pero los ritmos li­torales van mucho más allá de ese rasguido doble.”

Aunque se hace en la Casa de Corrientes, el perfil del público es variado; está compuesto por lito­raleños y algún norteño enamo­rado del chamamé. En general, el promedio de edad es de más de 40 años. Bernardo Giménez y José Luis Ojeda son amigos desde hace varias décadas. Conducen un pro­grama de radio en Rafael Castillo sobre el chamamé. “Venimos a encontrarnos con otros li­toraleños y a bailar un poco con alegría. Somos jubilados. Esto nos sirve para divertir­nos y pasar el rato”, dijo Gi­ménez, de la localidad co­rrentina de Alvear.

Rincón del Sapucay

Cuarenta pesos las damas y sesenta los caballeros es el pre­cio de la entrada. “El Rincón del Sapucay” se hace todos los do­mingos en un salón de la avenida Sáenz en Pompeya. Cada fin de semana, tocan un promedio de 10 grupos, con un perfil joven; quizá porque en el lugar, además, fun­ciona una bailanta. Es una peña folklórica chamamecera, que se hace durante el día. Arrancamos al mediodía y terminamos cerca de las nueve de la noche. Éste es el tercer año que la hacemos”, contó Stella Ma­ris Pepe, una de las organizado­res, junto a los correntinos Eduar­do Díaz y Víctor Morel. El Nuevo Cuarteto Litoral, el mercedeño Ramón Sandoval, Ariel Gómez y sus Príncipes, Damián Ibáñez y Emiliano Cardo­zo y los Cardositos son algu­nos de los artistas que actúan en el lugar. Además, como su­cede en otros casos, los orga­nizadores también tienen un pro­grama de radio chamamecero.

La tradición

La Asociación Correntina Ge­neral San Martín tiene 111 años de existencia. Su presidente es Rita Sosa Cordero, hija del recor­dado Osvaldo Sosa Cordero, mú­sico, escritor, periodista, drama­turgo y dibujante, autor del libro Romancero Guaraní, donde se en­cuentra el conocido poema “Co­rrientes tienen payé”. Una vez al mes, la asociación organiza sus veladas chamameceras en Paler­mo. “El resurgimiento del chama­mé se dio de la mano de forma­ciones nuevas y de gente joven interesada en el género. Algu­nos hacen el género más tradi­cional, que cultivaba mi papá, y otros lo encaran con una mira­da moderna como Los Alon­sitos, pero sin perder sus raíces. La mayoría de los correntinos disfrutan del chamamé en su caden­cia tradicional.”

En la asociación, a dife­rencia de otros lugares, el espa­cio está dispuesto con sillas y está pensado más para la escucha que para el baile. “La idea es brindar­le al músico un lugar para que sea escuchado, con todo los matices del chamamé. Hay otros lugares, como la Casa de Corrientes, don­de se baila. Acá el recital forma parte de un programa cultural, que incluye la presentación de un libro, una conferencia u otras ac­tividades por el estilo, que termi­nan con un momento musical.”

De a poco, el chamamé está re­cuperando su lugar. Desde la pro­puesta más exquisita de Raúl Barbo­za (ver recuadro) en un teatro hasta las bailantas de Pompeya con nue­vos grupos. Desde los viernes cha­mameceros a metros del Obelisco en la Casa de Corrientes hasta las veladas palermitanas de la Asocia­ción Correntina. El chamamé tiene un payé (embrujo en guaraní) que muchos están descubriendo.

Dónde

• Fiesta del Chamamé en la Usina del Arte: Caffarena 1, La Boca. Del 11 al 13 de octubre. Gratis. Programación en usinadelarte.org.
• El Rincón del Sapucay: Avenida Sáenz 459. 4912-0708. Domingo, desde las 13.
• Casa de la Provincia de Corrientes: San Martín 333. 4325-1597. Viernes desde las 20.30.

DZ/rg

Fuente Redacción Z
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