«¿Venden al por menor?» debe ser la frase más escuchada el sábado, cuando a los mayoristas se les suman los minoristas, que arriban entusiasmados, en busca de las ofertas que ese día se ofrecen a precios muy bajos. Cuando esto sucede, y sobre todo en temporada de liquidaciones, un pantalón puede costar unos $80 y un vestido $60. Las remeras pueden conseguirse por $15.
Esas prendas que atraen a tantas personas son confeccionadas por manos silenciosas. Los obreros textiles son indispensables para que las prendas salgan al mercado. Según el convenio colectivo de trabajo de la Asociación Obrera Textil, un trabajador de categoría A debe cobrar $9,28 por hora. Esto cuando hablamos de un taller legal. Cuando es clandestino, es otra la situación. En la investigación «La economía de los talleres clandestinos: tercerización y estructura de costo», Ariel Lieutier explica el proceso de venta y distribución de las ganancias. Allí informa que una prenda que al público se vende a $100 tiene un gasto de producción de $19,50, que se reparte en trabajadores, dueño del taller clandestino, materias primas e intermediarios.
Los locales ubicados sobre la avenida Avellaneda, entre Cuenca y Helguera son los más caros. Un alquiler, en la mejor ubicación, llega a costar $20.000 o $30.000. La compra de una llave puede costar unos doscientos mil dólares. A medida que el radio se abre, los precios bajan. Hay, en promedio, unos treinta locales por manzana y en los últimos años, también se han agregado galerías.
DZ/LR
Fuente Redacción Z
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