En la ciudad de Buenos Aires, entre el 1 y el 2 de noviembre se van acercando mujeres y hombres ataviados con sus trajes típicos y sus instrumentos al Cementerio de Flores, el más usado por esa comunidad. Se calcula que unos 50.000 bolivianos -y argentinos descendientes de bolivianos- pasan por allí en esas 24 horas. La lo explica así: “Cada año, al inicio de noviembre, retornan las almas o ajayus de nuestros seres queridos que ya fallecieron. A ellos se los espera con los altares armados de los difuntos conocidos como apxatas, que incluyen alimentos, bebidas y sobre todo a las tantawawas, elementos que tienen un especial significado en la festividad de Todos Santos en Bolivia.
Los amautas o sabios aymaras mencionan una y otra vez que “venimos de un Wiñay Marka (Pueblo eterno) y volveremos a ese Wiñay Marka por lo tanto, no existe la muerte sólo volvemos a nuestro pueblo”.
Esta ceremonioa se repite desde hace décadas todos los años. Pero este año los esperaba una guardia pretoriana de policías de la Ciudad y gendarmes. Los requisaron y les secuestraron la comida y las bebidas. Los obligaron a entrar sin instrumentos. E impidieron que se tomaran fotos del atropello. Muchos optaron por retirarse y celebrar el Día de Muertos en la soledad de su casa.
Agradecemos la información de Carlos Caramello.
Fuente Diario Z
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