A fines de los 90, Gabo Ferro decidió hacer silencio. Hasta entonces, era el frontman de una banda hardcore –Porco– con algunos discos en su haber y abandonó –literalmente– el micrófono sobre el escenario. Pasó por la Facultad de Filosofía y Letras, se graduó en Historia, escribió algunos libros y reconfiguró su relación con la producción artística. Regresó en 2005 como solista, y en menos de una década grabó ocho discos y colaboró en otros tres. El sábado volverá a mostrarse en el ND/Ateneo.
No presentás ningún disco, podrás elegir el repertorio gusto.
Sí, pero siempre canto lo que me gusta. Cuando presento un disco también tengo ganas de cantar eso. Pero es cierto que, sin tener la obligación de hacer los 12 temas de La noche del fantasma (2012), por ejemplo, puedo elegir entre casi 100 canciones.
Esa enorme productividad que siguió al silencio, ¿a qué la atribuís?
Por lo mismo que todos vamos a trabajar cada mañana: unos por ambición, otros por necesidad. Para mí, la composición es inevitable. Levantarme, darme una ducha y ponerme a escribir o trabajar. Quizás retomo un verso que se me ocurrió caminando el día anterior. El trabajo es inevitable. Para los que tenemos estas cuestiones en la sangre es así. Mi cotidianeidad es por sí muy poética y no puedo no componer.
¿Qué objetivo perseguís?
Tratar de fundar un lugar propio, que quizás es sólo un metro cuadrado, pero la extensión no me importa, sí la profundidad: entonces posiblemente sea sólo dueño de un metro cuadrado, pero de uno muy profundo, que no se deja subsumir bajo etiquetas comunes.
El periodismo te sigue etiquetando como “novedad” de la canción urbana.
Eso es lo menos molesto igual, porque creo que se quedan cortos. No creo ser sólo cancionista. Creo que anula y subsume. Ala gente que sólo te escuchó una vez en Youtube, fuera de contexto, le cierra; pero es una crítica que te encierra.
¿Por qué se da eso?
Por algo que viene desde el Iluminismo: la necesidad de tranquilizar al consumidor, que tiene una batea con etiquetas que no lo va a dejar equivocar. Yo me cago completamente en eso: ya se sabe, el Iluminismo fracasó y mirá donde nos trajo. Me interesa romper y quebrar con todo eso.
¿A dónde va Gabo Ferro?
La cuestión es tratar de valorar al que se acerca y que esa persona dude de la idea clásica y prefabricada de todo lo que va a ver. Incluso del cancionista: a veces hago silencios muy largos, y ese silencio es sólo un vacío aparente, pero que tiene contenido. Hay que valorar a quien escucha. No es sólo alguien que va, te aplaude y a la salida se va a comer una pizza: es alguien que va a construir un sentido, a apropiarse. Es una construcción colectiva.
Gabo Ferro. Sábado 10 de mayo a las 21 en el Teatro ND/Ateneo (Paraguay 918). Entradas desde $100.
DZ/rg
Fuente Redacción Z
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