Por Valentina Herraz Viglieca
Luchar desde el arte es el lema de las artistas de Expresión MoLE. El pasado miércoles alrededor de las 17, conmovieron a la movilización por Lucía Pérez, colgando desnudas y embolsadas en Florida y Diagonal Norte.
Cinco cuerpos de mujeres en bolsas transparentes colgaban desde las rejas del edificio del ex Banco Boston sobre la calle Diagonal Norte. La escena, impactante, se sostuvo durante la movilización en repudio al fallo del tribunal marplatense que absolvió a los tres acusados de femicidio de la adolescente Lucía Pérez.
Las bailarinas casi no se movían al punto que una señora se acercó y -mientras las tocaba- pedía angustiada que las ayudaran a bajar porque “no se mueven, no respiran”. La literalidad de la puesta artística no dejaba lugar a metáforas: Violada. Drogada. Asesinada.
Parada frente a las artistas otra mujer describió lo que veía: “Se siente como un grito mudo que te pega en la boca del estómago”. La imagen de mujeres en bolsas de basura se hace cada vez más común en un país dónde hay una asesinada cada 30 horas. Mujeres como basura, cuerpos como el resto, lo que sobró de la fiesta de otros.
A medida que se acercaba la columna de miles de manifestantes cantando, gritando el nombre de Lucía -una, dos, tres veces- a la esquina de Florida levantaban la cabeza, se frenaban, se amontonaban, paralizados frente a la inmovilidad de esos cuerpos frágiles, terribles, desnudos.
Imposible no imaginar, no volver a cada piba tirada en una bolsa de basura, cada mujer descartada. Por los femicidas primero, por la justicia después.
Esos cuerpos gritaban auxilio, desnudos en una tarde fría, envueltos en bolsas, colgados.
Las cinco bailarinas atadas a sus arneses se pusieron brutal y dolorosamente en el lugar de las víctimas de femicidio. Por eso centenares de personas detuvieron su marcha, se pararon a mirarlas. “¿Cómo respiran en esos plásticos?”, se preguntó una maestra, preocupada por el tiempo que hacía que ya estaban colgadas.
Algunas personas se abrazaban. Otras lloraban. Las madres corrían a los chicos del lugar: “es muy fuerte”. Un nene, escabullido entre la gente, llamaba: “tía Calito, soy yo, miráme”.
“El arte está ahí para ser la voz de las que no tienen voz” dice Carolina Yuriko Arakaki, integrante de Expresión MoLE, el grupo que realiza la intervención. Y explica: “Es nuestra manera de expresarnos, de usar el arte y de interpelar a los que pasan por el centro sin ser parte de las movilizaciones”.
MoLE ya intervino espacios públicos en otras oportunidades, por el derecho al aborto, el 24 de Marzo y en las marchas por el Ni Una Menos. Expresión MoLE convoca a artistas de cualquier disciplina que quieran sumarse a sus intervenciones callejeras.
Esta vez la muestra sólo eran cuerpos muertos y el silencio ensordeció.
“Ahora que ya pasó, ahora lloro. Durante las 2 horas que estuvimos colgadas sólo podía estar ahí, por Lucía, por todas nosotras”, dice Arakaki.
Las imágenes de la performance de Expresión Mole impactaron en medios nacionales e internacionales. El portal español AJ superó las 260 mil reproducciones en 10 horas. En las redes sociales circulan frenéticamente las fotos de las cinco embolsadas desnudas. Expresión Mole se convirtió en la una de las imágenes del paro de mujeres del 5 de diciembre pasado. Entre los comentarios se repite un concepto: “Es literal, es lo que es por eso te deja muda. Porque dice lo que tenés para decir: Basta de cuerpos desnudos dentro de bolsas. Basta de femicidios. Basta de una justicia que protege a los victimarios”.
#NiUnaMenos
Fuente Diario Z
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