Echaron a 240 compañeros. Tengo el alma desgarrada, arrasada. Me he quedado seca de tanto llorar. Martes y miércoles (22 y 23) fueron la noche negra de la Biblioteca Nacional. Los primeros telegramas comenzaron a llegar el lunes a la noche y los compañeros empezaron a fotografiarlos y a postearlos en un grupo whatsapp que tenemos del gremio.
El martes a la mañana, a medida que ibamos llegando, fichábamos y nos juntábamos en el playón de estacionamiento mientras nos íbamos enterando quiénes habían recibido telegramas hasta ese momento. La angustia y la desesperación eran enormes. Nos organizamos en asamblea con los gremios. Se decidió que una comisión con representantes de los tres gremios (ATE, UPCN y SOEME) subiera a hablar con la directora interina Elsa Barber y con Padilla (el interventor macrista) para que dieran a conocer la lista de despedidos.
Me voy a abstener acá de hacer comentarios sobre Elsa Barber, a quien todos conocemos por ser nuestra colega, porque qué cosa se puede decir de alguien que primero dijo que si había despidos renunciaba porque ella no los iba a avalar y, luego, no sólo avaló la lista de despidos sino que llegó ese día a la Biblioteca, a las 8 de la mañana (bien temprano cosa de cruzarse con pocos) custodiada por dos gigantes patovicas que le hacían de guardaespaldas. O, en todo caso, ¿hace falta agregar algo más que esto? Creo que esto es más que elocuente.
No se puede jugar a ser kirchnerista en la UBA y macrista en la Biblioteca Nacional. Ya el Consejo Directivo de la Facultad de Filosofia y Letras se ha expresado elocuentemente al respecto. En BN aún no lo hemos hecho porque ahora nos ocupan cuestiones más importantes, como lograr la reincorporación de los compañeros despedidos, pero ya lo haremos a su tiempo. Sólo basta decir que el afecto y respeto que el personal de
la Biblioteca Nacional llego a sentir por Barber, materializado en una vplaca de agradecimiento que se entregó a finales del año pasado, ese afecto y ese respeto ahora están muertos y enterrados. Ahora no cosecha más que un repudio generalizado.
Bajó la comisión que fue a ver a Barber y a Padilla. Para quien lo desconozca, el modus operandi del macrismo es hacer desembarcar en las instituciones interventores que hacen inteligencia dentro de la institución, luego, conforme se acerca la fecha de despidos, desembarcan más personajes en recursos humanos, porque quieren tener dominada al área para que cuando los despidos comiencen no encuentren resistencia por parte de ese departamento, ya que entre otras cosas tienen que hacer salir cientos de telegramas. De golpe los telegramas se transforman en un arma de destrucción masiva. En este caso, Padilla viene del Teatro Colón. Estuvo allí, hizo estragos y luego lo movieron a BN para que haga lo mismo.
La comisión dijo que Padilla iba a entregar la lista, pero que había pedido que le dieran unos minutos para ver cómo lo hacía. Los minutos pasaban y no había respuesta. Muchos que estaban allí en la biblioteca comenzaron a recibir llamadas telefónicas de sus casas, los llamaban sus hijos, sus padres, para decirles que el cartero había ido a la casa a dejar el telegrama de despido. La gente hacía crisis de llanto, crisis de nervios y comenzamos a llamar a las primeras ambulancias, porque muchos se desmayaban al recibir el aviso de la casa.
Cuando había pasado media hora de los ¿minutos? pedidos para orquestar la entrega de la lista, ATE subió de nuevo a ver a Padilla. Masivamente subimos al 2º piso, donde tiene su oficina, a exigirle la lista. Mientras dentro de la oficina los delegados exigian que entregara la lista, afuera todos presionábamos para que esto sucediera.
Padilla se asustó, porque en el anonimato todos son valientes, pero cuando tienen que dar la cara por lo que han hecho, todos son cobardes, y esto no es sólo aplicable a Padilla (quien sepa entender, que entienda) y le preguntó a los gremios si ellos iban a garantizar su seguridad física. Los gremios no salían de su asombro ante tamaña estupidez de la pregunta. ¿En serio vos crees que nosotros nos vamos a preocupar por tu seguridad física? fue la respuesta obtenida. Llamó a la vigilancia de la Biblioteca para que enviaran vigiladores a custodiar la puerta de su oficina.
Sucedió algo nunca visto. Los vigilados, entre ellos el jefe de ellos- que subieron al 2º piso, salían de los ascensores llorando. Tenían que custodiar la puerta de este tipo de nosotros, a quienes nos ven todos los días desde hace años. Charlan con nosotros todos los días, en muchos casos vigiladores y personal de la biblioteca se hacen bromas si ganó o perdió un equipo de futbol, se enojan con los directores técnicos o comentan las hazañas de algún jugador, en otros casos nos consultan: vos sabés que mi nene tiene que practicar lectura, y yo quería comprarle algun librito en la librería de acá, ¿que le puedo comprar?. El año pasado se hicieron cursos en la
biblioteca de defensa civil y primeros auxilios, para el personal de la biblioteca y también para los vigiladores, así que hicimos el curso junto con ellos y ahora les pedian que protegieran a este tipo de nosotros. Lloraban, nos abrazaban y lloraban junto con nosotros.
Padilla insistía en darle la lista a los gremios y que informaran ellos quienes eran los despedidos y los gremios se negaron terminantemente, diciendo que ellos no iban a notificar a sus compañeros y afiliados quien estaba despedido y quien no. Que él despedía, asi que él informaba. Padilla insistía en que él no iba a salir de su oficina.
Se acordó que todos desalojábamos el 2º piso para que él entregara las listas. Dijo que las iba a enviar a RR.HH. Las compañeras de RR.HH lloraban desconsoladamente porque entre ellas también había despidos y se negaron a recibir ninguna lista porque decían que ellas no iban a notificar a sus compañeros de quien estaba despedido y quien no. Más gente recibía llamados de la casa y hacía crisis de llanto.
Ocho ambulancias vieron en total durante el día a Biblioteca Nacional porque la gente se desmayaba, hacia crisis de nervios, una compañera se descompensó y empezó a convulcionar. Comenzaron a llegar los lectores, en muchos casos personas que son investigadores y vienen todos los días a BN, a quienes (tal es mi caso) yo atiendo todos los días y se encontraban con este cuadro de situación, la biblioteca cerrada y el estacionamiento de BN con decenas de personas llorando y ambulancias que entraban y salían. Nos buscaban, buscaban a los bibliotecarios que ellos conocen y nos preguntaban qué estaba pasando.
Cuando les decíamos que teníamos cientos de despidos, nos abrazaban, trataban de consolarnos, se les llenaban los ojos de lágrimas, nos preguntaban ¿a vos te despidieron?, cuando (en mi caso) yo decía que hasta el momento no, las respuestas eran múltiples: me abrazaban, me decían ¡que suerte, que suerte, gracias a Dios!, llorabamos juntos. El cuadro general que se vivía en BN era desgarrador.
Padilla empezó, -custodiado por 2 guardaespaldas- a llamar por orden alfabético, a su despacho, secundado además por personal de RR.HH que había desembarcado en la institución con él a los despedidos para que se notificaran del despido. Personas que hasta ese momento no sabían que estaban despedidas porque no habia nadie en la casa para recibir el telegrama, se enteraban ahí que estaban despedidos. Los llantos, los gritos y la desesperación era el denominador común.
En muchos casos, se trataba de matrimonios, ambos trabajan en BN, ambos despedidos. Todavia escucho en mi cabeza los gritos desgarradores de un compañero que lloraba a mares y decía ¡¿que vamos a hacer?! ¡¡¡Qué mierda vamos a hacer ahora!!! ¡¡¡Tenemos cinco hijos!!!!. ¡¡¡Diganme qué mierda vamos a hacer ahora!!!
Despidieron personas que llevan 10 años, 12, 15 y hasta 23 años de trabajo en BN. Despidieron personas que llevan 2 años, 3, 7, 9 años de trabajo en BN. ¿Qué criterio es ese? Hay sectores y programas de la Biblioteca Nacional que han sido literalmente arrasados, destruidos, porque despidieron a 11 de 14 que trabajaban en ese sector. Despidieron a 7 de 9 que trabajaban en esos programas.
El día en BN había comenzado a las 8 de la mañana con una directora interina ingresando a la biblioteca custodiada por dos guardaespadas y finalizó a las 9 de la noche con 240 despedidos, 8 ambulancias y 5 internados en observación por descompensación.
Ayer, miércoles, se difundió la noticia por los medios, se hicieron varias asambleas durante el dia y se logró una reunión para el próximo martes con el Ministerio de Modernización para discutir reincorporaciones. Ahora empieza una larga lucha para lograrlo.
Más libros, más libres
Alejandra Vallespir
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