El estilo PRO para dialogar puede verse cada vez con mayor nitidez. Demás está citar la parrafada vulgar del “crédito” santafesino Miguel del Sel, cuando se refirió a la Presidenta como vieja-chota-hija-de-puta para argumentar por qué no mantendría un diálogo con ella, en una situación hipotética.
¿De qué habla el PRO cuando se muestra permeable y dialoguista? ¿De la destrucción inconsulta de la 9 de Julio, de la tala de árboles indiscriminada? ¿De la negativa a recibir a los vecinos indignados? ¿O tal vez la forma de dialogar sea como la de su nuevo socio en el conurbano, Jesús Cariglino, acusado de enviar matones a reprimir protestas ante casos de mala praxis en sus hospitales?
Algo similar pasó el jueves pasado en el Centro Cultural General San Martín, cuando un grupo de patovicas identificados con camisas o remeras negras apretaron y luego reprimieron a un grupo de militantes culturales que defienden el espacio de la Sala Alberdi como punto de reunión y trabajo de los talleres populares de la Ciudad.
Aquí la perla –negra– vino de la mano de la directora de CCGSM, Gabriela Ricardes, una actriz y dramaturga de formación profesional cuyos roles más logrados son los de la burla, la descalificación, y, como se verá, la de actuar la fibra antidemocrática que recorre su intelecto privatista.
Como se sabe, artistas y talleristas que se autogestionan y trabajan en la Sala Alberdi, en el sexto piso del complejo, fueron desalojados a principios de enero por las autoridades del San Martín. Los talleristas se resistieron y la cosa derivó en una toma que lleva ya casi 40 días. Los cerebros PRO prometieron otra sala en Chacarita, pero la insólita decisión de privar a la gente de ese espacio, que es público, derivó en un conflicto de proporciones. Los artistas denuncian que detrás de la medida (el argumento oficial era el de remodelar la sala), la intención es correrlos y usar esa sala, incluso, para actos particulares.
Finalmente, la Justicia prohibió el desalojo y descalificó los argumentos oficiales. Desde entonces, ni el ministro de Cultura Hernán Lombardi ni la directora, Gabriela Ricardes, se prestaron al diálogo.
El jueves 7 militantes de organizaciones populares y talleristas (que ocupan la Sala Alberdi), se presentaron en el acto oficial de inauguración de la temporada. Lombardi se comprometió a charlar con ellos, pero desapareció antes de finalizar. Y allí quedó Ricardes (que fue filmada en un video que puede verse en YouTube). Entre otras lindezas, Ricardes llamó “salame, sos una salame” a una joven. Y como definición política, soltó: “El espacio de la Sala Alberdi no tiene por qué ser para todo el mundo”.
Fuente Redacción Z
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