Desde ahora, el jacarandá es el árbol distintivo de los porteños. Lo decidió por unanimidad la Legislatura.
En los fundamentos se explicó que al igual que otras grandes capitales del mundo, Buenos Aires tiene un abundante y frondoso arbolado. Y que si bien la ciudad no tiene especies autóctonas existen varias que son parte de la geografía urbana y de nuestra historia. Entre ellas se destacan el jacarandá, el lapacho y la tipa.
El jacarandá, además, debe ser el árbol que los porteños reconocen con mayor facilidad gracias a la canción de María Elena Walsh (Al este y al oeste llueve y lloverá una flor y otra flor celeste del jacarandá). Su nombre, de origen tupi guaraní, significa “fragante”. Es nativo del noroeste de Argentina -Tucumán, Salta, Jujuy.
El hermoso árbol de suave perfume tiene dos floraciones: en noviembre la primera y en marzo-abril la segunda. Sus flores son celestes azuladas y liláceas. Esta especie se incorporó al paisaje porteño hacia fines del siglo XIX, en el arbolado de calles y plazas formando parte de alineaciones en las Avenidas San Juan y Callao, en Plaza de Mayo, Plaza Italia, Plaza Seeber, El Rosedal, en la Avenida Belgrano -que posee un ejemplar particular, que cada año florece sobre una rama con flores blancas-, entre otras.
Actualmente, en la Ciudad hay más de 11.000 ejemplares de los cuales 1.500 están en espacios verdes.
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