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TEMAS DE LA SEMANA

El dramaturgo Rubén Szchumacher vuelve a actuar

Después de una década, protagoniza el unipersonal Escandinavia, de Lautaro Vilo.

Por Karin Miller
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Sentía mucha necesidad de recuperar mi cuerpo. Actuar es para mí un acto de reparación, un placer muy fuerte». Con esas palabras, Rubén Szchumacher (Buenos Aires, 1951) explicó en una entrevista a Diario Z por qué volvía a actuar después de una década. El detonante fue una devastadora sucesión de duelos y pérdidas, entre ellas, la de su pareja.
Con ese historial en su vida privada y con la dramaturgia de Lautaro Vilo, el actor, director y maestro de una generación de actores argentinos le puso el cuerpo a Escandinavia, el unipersonal que puede verse en el Espacio El Kafka.
Szchumacher aparece pequeño en el escenario del teatro. Lleva pantalón, un saco color crema y un libro en el brazo. La luz es tenue y el espacio está desnudo, vacío de cualquier elemento salvo la voz y el cuerpo. El actor camina despacio e inicia esa sucesión ridícula de saludos y agradecimientos que un viudo está obligado a hacer en el velorio de su pareja.
A lo largo de 50 minutos, asistiremos a ese ritual íntimo de la pareja antes de la despedida: la compañía en el hospital hasta el último momento, la lectura en voz alta de una novela de supermercado para entretenerlo, el minuto final en el que el muerto expresa un último -e incómodo- deseo.
Con esa historia que lo tiene como actor, el cuerpo de Szchumacher narra sólo con estar en escena. Con el correr de los minutos, se convierte en un gran cronista de ese dolor. Cuenta con maestría cómo es despedir a ese hombre que lo acompañó durante tantos años y con el que planeaba envejecer. Quizá por eso, las imágenes más desgarradoras surgen de sus relatos sobre una casaquinta que compraron y apenas compartieron durante un verano. Por momentos, uno puede ver esa huerta sin hacer, ese cajón con el muerto adentro y los familiares saludando en vano.
«Volví a actuar por razones muy íntimas. En el caso de Escandinavia es la necesidad de hacer algo con la tristeza que recorrió mi vida en estos últimos años. La actuación como medio para liberar algo para poder seguir adelante», dijo el actor y director, días antes del estreno.
El resultado es un brillante ensayo sobre el dolor y la pérdida, con pinceladas de fina ironía y de romanticismo. En tiempos de artificio, Szchumacher ofrece casi una hora de puro teatro. No es poca cosa.

Datos
Espacio El Kafka, Lambaré 866.
Reservas 4862-5439.
Entradas $50. Jubilados y estudiantes $40.

DZ/LR

 

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