Desde un comienzo Macri se negó a hacerse cargo del subte, y lo único que hizo fue aumentar la tarifa a $2,50. Esto provocó un impacto sobre el tránsito, traspasando usuarios de la red de subtes a la de colectivos: en 2012 el subte perdió entre el 18% y el 20% de viajeros. Y como el transporte de colectivo es subsidiado por el gobierno nacional, se creó una brecha entre lo que cuesta viajar en subte contra lo que cuesta en colectivo. Con este nuevo aumento que se propone, ese impacto sería aun mayor.
Las medidas van en contra de lo que cualquier planificador urbano del mundo se propone, que mayor cantidad de gente se traslade en medios como el subte, desalentar el uso de automóviles, reducir la aglomeración de tránsito, la contaminación…, y la decisión impacta sobre el conjunto, sin olvidar que quien no puede viajar en subte por los costos, debe viajar igual invirtiendo mucho más tiempo. No existe justificación alguna para este aumento; el problema es el modo en que Macri gobierna. Primero intenta poner el impuesto a los combustibles, y no lo consigue en la Legislatura. Aunque sí consiguió aumentar peajes, y así pagamos más peaje para el subte. También consiguió aumentar el impuesto a las patentes, y, una vez más, para el subte, consiguió aumentar, con la Ley de Sellos, el costo de muchas de las transacciones que se realizan en la Ciudad. Y encima pidió una nueva deuda de 300 millones de dólares, también para el subte. ¿Toda esa plata, para qué la va a usar?
Lo que está claro es la decisión política de transformar el subte en una suerte de servicio diferencial, más caro y con algunas condiciones de calidad para pocos sectores de la población; y a los otros, al descreme, los manda para arriba a viajar en el transporte subsidiado por la Nación. Por eso es necesaria la participación de la Agencia Metropolitana de Transporte, para evitar estas políticas unilaterales. Seguramente seguirá el intento de hacer un subte con vagones con aire acondicionado y mucho maquillaje. Y como contrapartida vendrá el cierre de estaciones en la Línea A para alargar los trayectos, eliminando estaciones intermedias.
Todas las grandes ciudades del mundo subsidian el subte, sin importar el signo ideológico de quienes gobiernan. Nuestro subte empieza y termina en la Ciudad, Macri debería ponerse los pantalones largos. Existen recursos para construir, financiar o subsidiar. Sin contar el gran recurso que es el propio presupuesto de la Ciudad, el más alto de la historia. Pero parecería que la idea es hacer caja, acumular para lo que Macri piensa que le va a redituar más en un año electoral como éste: una gran campaña electoral.
Fuente Especial para Diario Z
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