Un repaso de las obras realizadas por el gobierno porteño durante este año muestra la brecha que existe entre las zonas norte y sur.
En el sur se construyeron tres escuelas de nivel inicial, dos de ellas modulares y sólo una de material. Todas son de jornada simple. Significa que los chicos pasan sólo tres horas y cuarto en la escuela, muy poco para las madres trabajadoras, que salen a buscar vacantes en otros distritos. Eso explica por qué en el complejo de Piedrabuena y Zuviría –inaugurado en junio– sólo están ocupadas la mitad de sus ocho aulas container.
En la zona norte, en cambio, fueron inaugurados tres nuevos jardines de ladrillo y cemento y se construyeron nuevas salas dentro de otras escuelas que sumaron 700 vacantes de jornada completa, que cubren seis horas y media diarias en los jardines maternales y preescolar.
La zona sur está siendo poblada de “equipamientos modulares”. En Fernández de la Cruz al 2600, frente a San Lorenzo, se colocaron nueve aulas modulares que albergarán cerca de 200 alumnos por turno. Y está en construcción el Jardín de Infantes Comunitario (JIC) Nº13 sobre avenida Roca, cerca de la Puerta 9 del Autódromo, donde colocarán ocho unidades modulares para 120 alumnos por turno. Esto quiere decir que para el año que viene en Villa Lugano y el Bajo Flores habrá 520 vacantes más, pero –como dijimos– serán de jornada simple y dentro de containers.
Estos módulos tampoco obran milagros. En las escuelas modulares de Lugano hay pocos baños para la cantidad de chicos que concurren por turno y el espacio de los comedores es insuficiente: tienen que organizarse en tres turnos para que todos los chicos puedan comer. Por otra parte, las aulas container tienen mala acústica. Se trata de escuelas precarias. No todas cuentan, por ejemplo, con espacios techados fuera de las aulas. Cuando llueve, los chicos deben permanecer dentro de los módulos de chapa. Así se estudia en el sur porteño.
DZ/rg
Fuente Redacción Z
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