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Clímax y lágrimas: satori sexual

Vera Killer sabe muy bien qué es eso del orgasmo y el llanto. Comparte su experiencia y confiesa que le encanta.

Por Vera Killer
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La pequeña muerte. Es una forma hermosamente poética de referirse a ese ratito después del orgasmo en el que realmente se borronea el sentido de las cosas. Dura nada, pero mientras ocurre es eterno. Son como cinco segundos, con suerte, de una especie de pérdida de conciencia. ¿Les pasó alguna vez?

No crean que pasa siempre ni a todos, pero cuando sucede es una revolución. Termina algo, es rotundo. Se sacude el mundo, es tangible. A mí se me apaga la conexión con lo exterior. No escucho, veo difuso, casi no puedo moverme. El cuerpo se me hace tan presente que es como si no estuviera. Siento que todo está electrificado, como un hormigueo adormecedor. Me encanta.

A veces, además, lloro. No es un llanto desconsolado, sólo son lágrimas que no pueden quedarse adentro, que salen calientes y corren por mis cachetes hasta el cuello, sin pena ni dolor. Es un chorro salado, una especie de alivio de algo que no sabía que me oprimía y finalmente se suelta. Se abre una compuerta.

La explicación científica es que se debe a la tensión acumulada durante el orgasmo, que se libera después del clímax así, en forma de llanto. A este estallido emocional y físico de placer le siguen sensaciones de tranquilidad y relajación que benefician la salud emocional, dicen. Y que les pasa más que nada a las mujeres, aclaran. Es cierto.

Es como una catarsis sexual. Yo soy adicta. Siempre quiero que me pase, porque me encanta. Los hombres, en general, se asustan. Henry, por ejemplo, se preocupaba cuando veía que no yo podía evitar empaparnos de lágrimas cuando acababa. Nunca terminaba de creerme cuando le aseguraba que estaba bueno. “¿Llorás de alegría?”, preguntaba capciosamente.

Así que un día me detuve a explicarle. “Hay polvos mágicos que me abren todas las compuertas, me conmueven de un modo inexplicable que me genera un orgasmo que es más como una descarga incontrolable, es adrenalina pura que me hace sentir viva, como en un satori sexual”, dije. Entendió y ahora si no lloro se ofende. Cada vez que nos revolcamos se aboca a generar esa pequeña muerte en mí y aunque no siempre me pasa, oh, qué bien la pasamos en los intentos.

Fuente Redacción Z
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