El peor temor de muchas parejas, el fantasma de los que no quieren compromisos, la rutina de la que cientos de miles no pueden salir. Perder la magia –motor vital del sexo– es algo a lo que todos en un punto nos resignamos, sobre todo cuando se convive. Ése es el primer error.
Si bien existen muchas maneras de cortar con la rutina y de imprimirle nuevas energías a la pareja, hay algunas actitudes que pueden colaborar para que la situación no llegue a su punto límite. Prevenir es mejor que curar. Aquí les presentamos algunos tips sencillos para no llegar al aburrimiento.
- Lo privado es privado. Abstenerse de contar todo tipo de cuestiones fisiológicas. Hay algunas cuestiones que conviene manejarlas con reserva. No necesitamos saber todo del otro, sobre todo si se trata de este tipo de cuestiones.
- No descuidar el aspecto personal. Estar en casa no es el momento para descuidarse y entregarse al pijama de ositos que tiene la axila descosida. Las parejas que conviven comparten ese espacio casi como el único momento en que se ven, por lo que es importante mantener las formas y en el mejor de los casos, ponerle entusiasmo: perfumarse, para ellas usar una lencería provocativa y para ellos alejarse del shorcito futbolero.
- No centrar las conversaciones en cuestiones prácticas y tediosas. Nada más deserotizante que el “¿Pudiste pagar el gas?”. Y sobre todo, cuidar siempre los tratos. Que convivan no significa que sean hermanos ni amigos íntimos como para tratarse todo el tiempo de “che”.
- No dejar pasar un solo día sin haber tenido un momento de arrumaco. Perder las caricias es el primer paso a perder la intimidad.
DZ/rg
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