Los Centros de Primera Infancia (CPI) son uno de los caballitos de campaña de Mauricio Macri. El jefe de Gobierno no se pierde la inauguración de ninguno. Hace poco estuvo en Villa Soldati participando de la apertura del CPI 53 junto a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. Contrató a Ricky Martín para un show a beneficio de los CPI que ofrecerá el 26 de octubre en la Ciudad del Rock. En la televisión machaca con spots alusivos.
¿Qué son los CPI? “Surgen a partir de los jardines comunitarios que sostienen diversos referentes barriales. Comenzamos a trabajar con ellos en 2009 en villas y zonas vulnerables”, explica Paula Pérez Marquina, subsecretaria de Promoción Social porteña. “El programa ayuda a que estas instituciones barriales sigan haciendo su labor con más profesionalismo y brindando mayor tranquilidad a los padres. Recibimos propuestas de asociaciones civiles que acrediten idoneidad y experiencia con los chicos. Éstas aportan la personería y la gestión. El Estado dispone una beca de $1.500 por chico, más comida y asesoramiento. También colabora con la infraestructura, incluso puede pagar el alquiler del inmueble donde funcionará el CPI.” Participan organizaciones sociales, religiosas y deportivas.
Cada CPI recibe entre 120 y 160 nenes y nenas de 45 días a 4 años de edad durante ocho horas diarias de lunes a viernes. Se les brinda desayuno, almuerzo y merienda. Son gratuitos y tienen más de 6.500 niños inscriptos.
Cada grupo de chicos está a cargo de una maestra jardinera que es asistida por una pareja pedagógica y además cada uno cuenta con un equipo interdisciplinario que incluye psicólogos, nutricionistas y motricistas. Desde el punto de vista curricular, siguen el mismo programa que los jardines de infantes. No dependen del Ministerio de Educación sino del de Desarrollo Social.
La contratación de personal corre por cuenta de cada institución y los maestros no son reconocidos como docentes. Veamos el caso de Julieta. Ella trabaja en uno de los CPI que gestiona la Legión de la Buena Voluntad, una organización religiosa ecuménica brasileña con presencia en siete países. Es una joven maestra jardinera y la oportunidad de comenzar a trabajar se le presentó en un CPI. “Los maestros de los CPI somos más vulnerables, porque estamos bajo el convenio de UTEDyC –el gremio de trabajadores de entidades deportivas– y no por el Estatuto Docente. Estamos en blanco pero ganamos menos que los docentes: 8.500 pesos por nueve horas diarias mientras que un maestro de jornada completa que recién empieza cobra 12.000$ en mano. Este trabajo tampoco cuenta para la antigüedad docente y tenemos menos días de licencia y de vacaciones.”
La licenciada en Educación, especialista en nivel inicial, Lidia Sonenblum afirma que en la Ciudad “menos del diez por ciento de los jardines de infantes brindan jornada completa. Pero en vez de levantar más jardines se forman más CPI”. Según Sonenblum, el nivel educativo es similar al de los jardines públicos y sus equipos interdisciplinarios hasta pueden ser más completos que los de muchos jardines privados. Sin embargo, afirma, “son lugares de segunda”.
“Eso se manifiesta en la precarización y descalificación de la tarea docente y en la falta de infraestructura. No todos los CPI cuentan con espacios al aire libre, por ejemplo, y chicos y maestros permanecen muchas horas sin ver la luz del sol, a veces en un mismo ambiente. Eso también empobrece a la educación.”
En el macrismo afirman que los Centros de Primera Infancia llegaron para quedarse.
Fuente Redacción Z
0 Comentarios
Sé el primero en dejar un comentario!