El Grupo de Teatro Catalinas Sur no es como cualquiera. Ante todo y más que nada es la prueba empírica de la capacidad colectiva de creación y una vivencia comunitaria que lleva 33 años de práctica. Obras de teatro, servicio a la comunidad, talleres, una orquesta, actividades para chicos, paseos a museos y más, gratis, a la gorra: una experiencia sostenida con tanto amor como esfuerzo y a pesar de las dificultades económicas que, hasta ahora, siempre sortean.
Los viernes y sábados a las 23 se puede ver El Fulgor Argentino, Club Social y Deportivo, una multipremiada película de 1999 realizada por el grupo (estas funciones sí se cobran y salen $150). Los domingo a las 16 está El mago del off, un espectáculo que fusiona teatro, circo y canto interpretado por más de 50 niños y niñas bajo la dirección de Nora Mouriño, con entrada a la gorra. Ambas funciones se realizan en El Galpón de Catalinas (Benito Pérez Galdós 93, La Boca).
Además de los 20 talleres abiertos a la comunidad, para grandes y chicos, actualmente está abierta la convocatoria para participar del Festival Internacional de Títeres al Sur, que se va a realizar en julio del año que viene. En su séptima edición, sigue como desde el inicio, sin fines de lucro y realizado mayormente con trabajo voluntario de los integrantes del Grupo de Teatro. Durante 16 días, habrá funciones en sedes convencionales (teatros) y no convencionales (comedores comunitarios, bibliotecas populares, hospitales o escuelas).
“Teníamos hace un año y medio contratos para docentes con Cultura Nación, con lo que veníamos sosteniendo muchos de los cursos y talleres, pero la nueva gestión no los renovó”, le explica a Diario Z Adhemar Bianchi, director del Grupo de Teatro Catalinas Sur. Eso, sin embargo, no pone ni va a poner en riesgo la continuidad de todos los proyectos, dice: “Nuestra estructura se mantiene con otras cosas, como el apoyo de Proteatro (Instituto para la Protección y Fomento de la Actividad Teatral No Oficial de la Ciudad), el Mecenazgo cultural porteño y, sobre todo, la gorra a la que aportan el público y los vecinos”.
Esta es la primera ni la última dificultad que afrontan los teatreros de Catalinas, y su director repite lo que podría ser su mantra: “Si no hay dinero, igual seguiremos. Si creás en la comunidad una necesidad porque das un servicio, hay que mantenerlo”. Y si ese es su mantra, su lema podría ser “Todos tenemos derecho a la cultura”, porque esa es la actitud con la que llevan adelante cada actividad.
“La situación actual, entonces, nos hace entrar en una autoexplotación. Porque cubrimos el bache que nos generaron la ausencia de esos diez contratos docentes poniendo más horas de trabajo cada uno y cobrando cómo y cuánto podamos. Estamos viendo el modo, pero no se las vamos a regalar tan fácil”, explica Bianchi.
UN POCO DE HISTORIA
Catalinas es un pequeño barrio idílico ubicado en la entrada de La Boca, apenas once manzanas que contienen un mundo entre el Hospital Argerich, la autopista Buenos Aires-La Plata y la calle Necochea. No tiene asfalto, los autos no pueden pasar y las veredas rosas (literalmente) son el lugar de encuentro de los vecinos, que son cerca de 10 mil. Huele a tierra y a pasto cortado. Trinan los pájaros.
Es uno de los complejos habitacionales hechos por la Comisión Municipal de la Vivienda en la década del 60 y oficialmente se llama “Alfredo Palacios”. No es un barrio cerrado, es todo lo contrario. Puede entrar y salir quien quiera y es completamente público. La diferencia es la atmósfera amigable y la sensación de pertenencia de las familias que viven ahí, que funcionan como una comunidad, literalmente.
El Grupo de Teatro Catalinas Sur nació en una choriceada organizada por la Mutual de Padres de la escuela del barrio, la primaria N° 8, DellaPenna. La dictadura había recortado todas las posibilidades de participación, organización y manifestación popular, rememoran ahora, y la Mutual pasó a ser el ámbito, más allá del colegio, donde muchos vecinos generaban actividades comunitarias.
Con la llegada de la democracia funcionó por primera vez el grupo de teatro propiamente dicho, pero no representó una obra: animó una fiesta barrial y, 33 años después, aseguran que aquel bautismo fue determinante para la formación de su estética, que es el de una cofradía colorida, festiva y accesible. Pasen y vean.
Más info: http://www.catalinasur.com.ar/
DZ/dp
Fuente Redacción Z
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