¿Qué idea de ciudad había en el diseño paisajístico que trazó su bisabuelo Carlos Thays?
Thays tenía una idea muy moderna del paisaje. Y se ocupó de que Buenos Aires tuviera esta vocación de ciudad importante, jerarquizada, a la altura de las grandes ciudades del mundo. Una ciudad luz en Sudamérica, a imagen de lo que eran París o Londres en ese momento. Pero además adaptó ese modelo de ciudad moderna a las condiciones rioplatenses; es decir, incorporó un lenguaje y una serie de especies vegetales que son propias del lugar y dejó de lado otros gestos que estaban en esas otras grandes ciudades del mundo.
Deme un ejemplo…
París y Londres tienen grandes avenidas de plátanos y de falsos castaños. Thays aquí hace avenidas con tipas. El gesto es el mismo: grandes ejes urbanos y fachadas alineadas que dan un tejido continuo de mucho valor, organizados según edificios importantes y obras de arte. Hacia fines del siglo XIX y principios del XX los paisajistas adherían al modelo romántico. Thays incorpora ese modelo en Buenos Aires, pero lo reelabora según las condiciones de este sitio y crea un pintoresquismo rioplatense. Supo adaptarse muy bien, porque el paisajista trabaja con los lugares, su función no es cambiarlos. Esa manera de entender la ciudad es muy propia de Thays y es el mayor legado que nos dejó.
¿Cómo incorpora el Río de la Plata al paisaje?
Todo el tiempo nos está mostrando el río. Por ejemplo, crea el Parque Tres de Febrero frente al Río de la Plata. Además, reconoce que las barrancas tienen mucho valor paisajístico. Cuando remodela la quinta Lezama, genera un parque sobre la barranca con miradores hacia el río. Lo mismo hace en Barrancas de Belgrano, una de sus obras más lindas, porque aprovecha ese desnivel y lo dramatiza. Nunca le da la espalda al río.
Buenos Aires era una ciudad chica a principios del siglo XX. Sin embargo, Thays proyectó una gran metrópolis. ¿Por qué?
Thays acompaña las ideas de progreso de esa época. Mi bisabuelo pensó la ciudad cien años para adelante. Para eso hay que tener una idea de progreso y una creencia muy fuerte en el futuro. Algo muy sencillo: los senderos del Parque Tres de Febrero no quedaron chicos aun hoy. El paisaje de Thays es muy optimista, motiva a la ciudad hacia adelante. El legado de mi bisabuelo tuvo una impronta tan fuerte que durante mucho tiempo no se hizo nada nuevo.
¿Los parques y plazas públicas llevaban implícita una idea de inclusión social?
Hay una idea de ciudad inclusiva en su obra. Thays piensa en parques abiertos, en plazas, en una vida común. Los parques son mezcladores de clases sociales. En Inglaterra, un siglo antes de la obra de mi bisabuelo en Buenos Aires, sólo las cortes podían pasear por los parques, el pueblo no lo tenía permitido. Los parques en Inglaterra se abrieron al público a principios del siglo XIX, en la era industrial.
¿Cree que ha sido bien preservado el legado de Thays?
En algunos casos sí y en otros no. Parque Lezama está mal preservado y Parque Tres de Febrero está bien en algunas partes y en otras está muy mal, sobre todo donde se concesionaron y se cedieron terrenos. También está muy mal preservado Barrancas de Belgrano. Lo que sucede es que los árboles son seres nobles y con cada primavera se ponen más lindos, entonces a veces no nos damos cuenta de que hay papeles en el suelo, bancos rotos, que nunca más se hicieron canteros o que las fuentes de agua no funcionan.
¿Quién es responsable del deterioro de los parques?
La gente y el gobierno, pero creo que la responsabilidad más fuerte la tiene el gobierno porque es el encargado de cuidar ese espacio, fue elegido para preservarlo. El gobierno tiene que dar el ejemplo.
¿Qué evaluación hace del manejo de los espacios verdes?
Hay cosas sencillas y otras más complejas para resolver. Lo más sencillo es la restauración y recuperación de las áreas verdes, porque no hay que rediseñar espacios, sólo hay que mantenerlos, que es algo muy simple. No hay que tener grandes ideas. Ya está instalado el paradigma de espacio público.
¿Por qué no se recuperan áreas verdes?
Por falta de educación. Yo quisiera que la ciudad volviese a tener cultura de jardinería en las plazas y parques, que saliera de la cultura del mantenimiento base y subiera un escalón. La autoridad de aplicación tiene que tener una mirada muy fina del trabajo que hace la empresa contratista en las áreas verdes, porque no es un espacio común, es un jardín. No alcanza con cortar el pasto. Hay que tener bien arreglados los canteros, hay que preocuparse porque el mobiliario no esté deteriorado, tener los senderos en buen estado y que no haya basura. Las áreas verdes tienen que recibir bien al público, no con lo mínimo. El estándar de plazas y parques de la ciudad debería poder subir.
¿Qué otras cuestiones habría que modificar?
Un tema más complejo es el vandalismo, la violencia y la inseguridad en las plazas y parques de los barrios carenciados. La gente de los barrios carenciados es quien más necesita espacios verdes, porque en su casa no tiene jardín, pero es imposible pensar que cuando vayan a un parque no trasladen allí su problemática social.
¿Qué se puede hacer con el Indoamericano?
Hay que hacer un cambio a nivel urbano, que excede al proyecto del parque en sí mismo. Lo que sucede es que el Indoamericano no es un parque, es una ciudad que contiene al parque. Es necesario hacer un cambio a nivel del entorno urbano y de relación con su entorno urbano. Hay que abrirlo para que sea más receptivo a otras actividades, promover una mayor circulación de gente que ingrese a esa parte de la ciudad y tener oficinas para que en otros horarios haya presencia de seguridad. De lo contrario, el Parque Indoamericano está condenado a muchos años de espera. Es muy necesario recuperar ese espacio, porque a medida que pasa el tiempo más gente va a los parques tradicionales, como Tres de Febrero, Centenario o Rivadavia.
¿Qué problemas genera esa situación?
Esos espacios tienen una capacidad de carga y si reciben más gente de la que pueden, el espacio se deteriora. Además, se perjudica la vivencia del lugar. Es como si, en el ambiente de una casa que está pensado para 8 personas, hubiera 25. Se van a sentir muy incómodos. Puerto Madero descongestionó mucho. Necesitamos con urgencia el Indoamericano y otros parques en el sur, aprovechando el borde del Riachuelo.
¿Es posible ganar nuevos espacios verdes?
En principio habría que mantener bien y mejorar lo que ya tenemos, para que cuando se inauguren áreas verdes ya nazcan con la vocación de alcanzar un status alto. De otro modo, estaríamos inaugurando espacios verdes que en un año se convertirían en potreros. Por otro lado, creo que las áreas ferroviarias, como el proyecto de Caballito, van a generar nuevos parques. En el sur de la ciudad también hay áreas vacantes que se pueden ganar. No creo que se puedan recuperar grandes áreas verdes, pero seguramente se pueden sumar algunos espacios para tener más plazas y parques en Buenos Aires.
¿Está de acuerdo con instalar bares en los parques y plazas?
Es un buen proyecto, pero me parece que es una idea para llevarla a cabo en espacios grandes, en los parques. El proyecto de ley pone un límite de dos hectáreas. Yo lo subiría a cinco hectáreas. De todos modos, tener un núcleo de bar, baños y seguridad en un parque me parece muy positivo. En Tucumán y Santiago del Estero funciona muy bien. Y en el caso de Buenos Aires, que es una ciudad que en verano se pone muy linda durante la tarde-noche, esta posibilidad permitiría aprovechar mucho más nuestros parques. Lo mejor que le puede pasar a las plazas y parques es que haya gente. Eso es lo que quiso mi bisabuelo y lo que quiere cualquier paisajista, que el público disfrute de su obra.
DZ / fs
Fuente Redacción Z
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