Se llama pronoia, y es un trastorno psicológico. Vendría a ser algo así como lo contrario a la paranoia. La persona afectada está convencida de que el universo conspira a su favor y que todo lo que pasa es para su beneficio. Suena maravilloso, pero es terrible. Al menos para mí, que de un tiempo a esta parte me encuentro rodeada de ellos. Florecen como hongos después de la lluvia y ya vieron cómo viene el clima.
El típico engreído que se hace cargo de cualquier suspiro existe desde siempre y yo, que soy de expresar lo que me gusta, suelo encontrarme más de lo que quisiera explicando algo que me da vergüenza ajena decir tanto, y a tantos: “no era para vos”. Pasa en todos los ámbitos, y por medio de redes sociales o en persona, pero desde que escribo esta columna se expandió el jardín de pronoicos que me preguntan, ceja levantada y certeza basada en nada a flor de piel, si me refiero a ellos.
Claro que lo que escribo acá es personal. Por supuesto que hablo de mí. De mí y de otros. Lo que cuento, cuando es algo bueno, siempre es lo explosivo, esas cosas que me hacen disfrutar. Como mis duchas con Henry, las mariposas que me genera el de ojitos chinos si me dice no, ese WhatsApp borracho que mandé y me trajo unos problemas candentes o la sesión de chirlos y mordidas con un vampiro precioso que conozco.
Todo eso cierto. Son experiencias reales, que pasaron, están pasando y en las que los protagonistas pueden reconocerse bien, sin lugar a dudas. Elijo no ser del todo clara con los nombres porque de esa forma los preservo, es por respeto a sus vidas privadas, que no decidieron compartir acá, aunque sí conmigo.
Por esto quiero decir –y lo digo así al aire, total- que si hasta ahora y en adelante al leerme, a cualquiera que me conozca le cabe la duda “¿soy yo?”, la respuesta siempre va a ser no. Evítense el momento bochornoso de preguntarme y de esto sí, por favor, háganse cargo. Todos los pronoicos. Sobre todo vos, señor aburrido de vida estable que me manda mails peleadores como forma de seducción berreta. Besos para los buenos, y cambio y fuera para el resto.
Fuente Redacción Z
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