La vida y la obra de Jorge Luis Borges están indisolublemente ligadas a Buenos Aires. La ciudad impregnó la existencia y la literatura del mayor autor argentino del siglo XX.
La relación de Borges con la ciudad arranca desde su nacimiento, el 24 de agosto de 1899, en pleno centro porteño. Sus padres, Jorge Guillermo Borges y Leonor Acevedo, festejaron la llegada de su primogénito en la casa de los Acevedo, en Tucumán 840. Al poco tiempo, se instalaron en el barrio emblemático del futuro autor: Palermo.
Hasta allí fueron los Borges. La casa de Serrano 2135 sería el lugar de la infancia del escritor y su hermana Norah. Allí vivieron hasta 1914, cuando la familia partió a Europa, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. De esos años de infancia Borges recordaría las visitas al Zoológico, cómo se demoraba frente a la jaula de los tigres, y, particularmente, el universo de malevos y compadritos que poblaban el barrio.
Años más tarde, en Cuaderno San Martín, publicado en 1929, Borges incluiría su poema “Fundación mítica de Buenos Aires”, donde imagina la fundación de la ciudad en la manzana de Palermo que habitó: “Una manzana entera pero en mitá del campo / presenciada de auroras y lluvias y sudestadas. / La manzana pareja que persiste en mi barrio: / Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga”.
Pasados los años de residencia en Europa, regresó con su familia al despuntar los años 20 y se reencontró con la ciudad, tema de sus primeros poemas, los de Fervor de Buenos Aires. Los Borges tenían alquilada la casa de Palermo, por eso se instalaron en un hotel cerca del Congreso, para luego mudarse a Bulnes 2216, casi esquina Beruti, muy cerca del actual Parque Las Heras. Y del departamento de Santa Fe y Ecuador que habitaron Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, futuros amigos y compañeros de quehacer literario de Borges.
El joven Borges redescubrió Buenos Aires a través de un personaje mítico, Macedonio Fernández, amigo de sus padres. Los jóvenes de la época se juntaban a escucharlo. Macedonio hablaba en tertulia los sábados a la tarde en La Perla, la tradicional confitería ubicada en la esquina de Plaza Miserere.
Pocos años más tarde llegó a la vida de Borges otro lugar clave en su itinerario porteño: Carlos Calvo 4319, la sede de la Biblioteca Municipal Miguel Cané, a la que ingresó en los años 30. Sus labores eran sencillas y pasaba la mayor parte del tiempo leyendo los volúmenes de la biblioteca.
De allí pasó a México 564, la sede de la Biblioteca Nacional, en San Telmo. Borges recorrería ese edificio durante 18 años, desde 1955 hasta 1973, como su director. Para entonces ya llevaba tiempo instalado en su lugar definitivo en Buenos Aires: el primer piso de Maipú 994, en Retiro, que abandonó por tres años, los que duró su matrimonio con Elsa Astete Millán. Entre 1967 y 1970, el escritor residió en un edificio de la avenida Belgrano al 1300, en Balvanera.
Las imágenes del escritor por Buenos Aires son conocidas: su estampa recorriendo las baldosas flojas de San Telmo rumbo a la Biblioteca Nacional o sentado en un banco de la plaza San Martín forma parte del imaginario de su ciudad natal, aquella a la que él mismo describió en el poema sobre su fundación. “A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: / la juzgo tan eterna como el agua y el aire.”
DZ/JPC
Fuente Redacción Z
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