Desde la entrada del salón del Boedo Billar Club se puede divisar, en medio de la iluminación difusa, el humo de cigarrillos y un silencio casi petrificante, interrumpido a cada minuto por el sonido seco de un taco que impacta una bola blanca. A la izquierda, sobre unas butacas coloradas, algunos esperan turno para jugar mientras que otros murmuran y comentan alguna jugada. La tensión que se percibe en cada mesa se propaga en toda la escena.
Fundado en 1951, el Boedo es uno de los clubes de billar más importantes del país, donde se formaron la mayoría de los mejores jugadores argentinos. Oscar, uno de los encargados, cuenta que hay muchos “poolistas” que vienen a aprender billar: “Después, cuando juegan al pool, lo hacen de una forma más estratégica porque te aporta precisión y concentración”.
Tiempo atrás, el billar reunía público de todas las edades. Hoy es practicado sobre todo por hombres adultos. Sin embargo, Juan Pablo Sisterna, encargado de mesas del club –donde se juegan torneos nacionales e internacionales– es de los pocos que rondan los 30 años.
A la derecha están ubicadas las “taqueras”, donde cada jugador guarda su taco. “En la parte de abajo de la culata se utiliza ébano porque da mucha potencia. En la parte de arriba, la puntera, madera Maple canadiense, que proporciona dureza y flexibilidad a la vez”, detalla Sisterna.
La modalidad de juego más extendida, explica Sisterna, es el billar a tres bandas: “Es como la ‘universidad’ del billar, es lo más difícil. Eso quiere decir que, como mínimo, la bola debe tocar tres bandas antes de efectuarse la ‘carambola’, donde se hace contacto con las otras dos, la mía y la que utiliza mi rival”, explica Sisterna.
En las mesas, importadas de Bélgica, se utiliza un termostato que siempre debe estar a 36 o 37 grados de temperatura para que el nivel de humedad permita que reboten bien las bolas. “Si no rebotarían como cascotes”, revela Sisterna, quien posee diversos títulos nacionales e internacionales. También representó al país en mundiales y juegos panamericanos.
“El billar es como más ‘intelectual’, a diferencia del pool. Acá tenés que pensar los efectos en cada tiro, porque la bola debe retroceder o en otras circunstancias tiene que quedar acomodada en otro lugar, pensando siempre en la próxima jugada. La mente va al lado de la ejecución”, aclara Sisterna. Y hace la última “carambola” con armonía y relajación.
• Dirección: Medrano 468.
• Teléfono: 4982-6307.
• Horarios: Lunes a sábados de 10 a 22 y domingos de 14 a 22.
• Barrio: Almagro.
Fuente Redacción Z
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