El fuerte retroceso que ha experimentado Boca Juniors en los últimos partidos ha abierto un tajo más profundo que lo que uno podría imaginar. Esa herida sangrante divide al plantel y está encarrilando a los hinchas en un continuo señalamiento de Julio Falcioni como único culpable. La dura derrota sufrida en Córdoba y el pálido empate con el modesto cuadro sanjuanino de la semana anterior fueron demasiado para un público acostumbrado a victorias y al permanente machaque del periodismo deportivo sobre la obligación ineludible que «tiene» Boca de ganar todo lo que juega. Una estupidez sin sentido, porque con ese argumento la historia xeneize sería una suma de frustraciones y no el regodeo por los títulos conseguidos. Sin embargo, el pronunciado bajón del equipo y su falta absoluta de buen juego han limado la poca confianza que le quedaba a un plantel que se empeña en jugar cada semana peor que la anterior.
Lo concreto es que los rumores están a la orden del día y que el diálogo entre el técnico y la mayor parte de los futbolistas escasea y mucho. De yapa, varios nombres rutilantes han bajado su nivel deportivo a límites insospechados: Schiavi, Clemente Rodríguez, Ledesma, Somoza y Viatri son una mala copia de tiempos mejores, no tan lejanos. El equipo no levanta, se defiende mal y tiene poco gol. La punta ha quedado más lejos que lo imaginado y las chances siguen vigentes, si logran frenar el viaje en tobogán.
El quiebre que produjo la automarginación de Riquelme generó una divisoria de aguas que no parece cerrarse sino convertirse en una tormenta tropical. Lo que llama la atención es que la dirigencia encabezada por el hombre en quien Mauricio Macri confió para conducir el club, Daniel Angelici, quedó atrapado en un dilema que tiene un final incierto. ¿Qué debe hacer el presidente de Boca? ¿Darle la derecha a Falcioni y renovarle el contrato que vencerá en diciembre? ¿Darle carta blanca para borrar a varios jugadores «riquelmistas» de bajo rendimiento? ¿Dejarlo que se le termine la relación contractual y priorizar a varios futbolistas pensando en 2013 bajo la conducción de un técnico afín o conciliador?
La verdad que es una situación difícil de resolver, porque todos tienen su cuota de culpa y responsabilidad. El equipo era un relojito hace un año, ahora las agujas se atascaron y la pila no tiene más batería. Newell’s y Racing se escapan, aunque Boca deberá enfrentar a ambos y a Vélez. Podría ponerse más cerca que lejos. Quizás el renovado superclásico con un River ilusionado sirva para que las aguas se aquieten. O para que llegue ese huracán que amenaza con barrer con todas y cada una de las partes que han llevado a Boca hasta donde está.
No porque esté bordeando el descenso ni nada que se le parezca, sino porque teniendo un plantel costoso y experimentado, no parece tener estímulos ni interés en recuperarse y volver a ser un rival peligroso. Los últimos resultados lo señalan. Quiebre en la relación técnico-jugadores, problemas no resueltos, falta de diálogo, escaso compromiso, nada pinta bien. Aunque todos sean adultos y sepan que muchas de las cuestiones se pueden solucionar. ¿Habrá un acercamiento?
DZ/LR
Fuente Especial para Diario Z
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