«El espacio abierto no es percibido como una presencia (precisamente de vacío) sino como una carencia», señaló el experto en arquitectura.
El autor de «Cirugía de Casas», «Casas de Barrio» y «Arquitectos de Familia», entre otras obras -que según los entendidos «deberían ser material obligado en las cátedras de la facultad»- escribió en su facebook que hay que comprender que «así como la música y las palabras precisan de los silencios, el espacio habitable necesita vacíos, plazas, verdes, juego de niños».
En alusión a la iniciativa del legislador macrista José Luis Acevedo, que consiguió el respaldo del bloque del PRO y del espacio UNEN para la media sanción de la ley, Livingston recordó que «el espacio verde de la ciudad es en la actualidad de 1,5 metros cuadrados por habitante contra los 10 aconsejados por la Organización Mundial de la Salud (OMS)».
«El espacio en la ciudad de Buenos Aires sigue reduciéndose», alertó en su espacio virtual el prestigioso arquitecto porteño y se preguntó ante la probabilidad de que se apruebe el proyecto «si la iniciativa es fruto de la ignorancia o de un pacto arreglado entre bancadas, como ocurrió con la vergonzosa escuela shoping de (el ex intendente Carlos) Grosso».
La norma establece, entre otras cosas, que se podrán otorgar permisos a privados para la venta de «emparedados, golosinas, productos de confitería u otros alimentos, envasados en origen y que provengan de fábricas autorizadas, bebidas sin alcohol envasadas e infusiones de café, té, yerba mate, leche, jugos exprimidos y licuados».
Para Livingston, la inicitiva prosperó hasta el momeno porque responde a la lógica de «que no hay mejor lugar para poner un bar que una plaza».
Pero ironizó sobre los baños -si van a ser públicos o sólo para clientes-, y se refirió al ingreso de los camiones proveedores, el lugar destinado a los cajones y depósitos de basura y el futuro crecimiento de esos edificios construídos con espacios abiertos alrededor, que tienden a expandirse aún más.
Livingston recordó el asedio permanente que sufrieron los Bosques de Palermo por parte de distintos gobiernos, «que en los últimos años redujeron las 720 hectáreas originales en sólo 120 libradas al público».
«La última invasión, recordó el reconocido urbanista, fue la que denunciaron los Amigos del Lago de Palermo sobre `un nuevo polo gastronómico` en el paseo de la Infanta; y erigir sucursales bancarias de hormigón armado», señaló.
Según el autor de numerosos artículos periodísticos sobre el uso social y comunitario de los espacios en las ciudades «el intendente Suarez Lastra(1987-1989) fue el responsable de esa idea que derivó en la construcción de esos bancos, acertadamente demolidos pocos años después».
«Si lo que se pretende es que se pueda disfrutar de los parques bastaría que, como en tantas ciudades del interior, los bares atendieran las mesas cruzando la calle», opinó el experto.
«Imaginemos una ciudad toda edificios, todo autos, todo ruido, todo tapado con carteles, todo cemento. ¿Sería habitable?», se preguntó Livingston y describió «la sensación que cualquier persona siente a la salida del cine: necesitamos dirigir la vista al cielo y respirar profundo».
El arquitecto concluyó su publicación con la reflexión: «quizás sea por eso que los porteños necesitamos tanto de las escapadas. Sólo se escapan los prisioneros».
El proyecto que establece el otorgamiento de permisos en espacios en superficies verdes públicas mayores a 50.000 metros cuadrados deberá ahora ser debatido en una audiencia pública abierta y posteriormente retornar al recinto de sesiones para su sanción definitiva.
DZ/sc
Fuente Télam
0 Comentarios
Sé el primero en dejar un comentario!