La elección del domingo 26 dejó algunas certezas, pero también incógnitas que los tres candidatos mejor posicionados –Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau y Mariano Recalde– deberán resolver en la carrera por la Jefatura de Gobierno.
Dudas y certezas
El resultado de las PASO dejó planteada una enorme paradoja: el PRO, si bien logró casi el 50 por ciento de los votos en las primarias, aún con ese caudal deberá hacer un esfuerzo extra para disipar el riesgo de que en un eventual ballottage, contra Martín Lousteau e incluso contra Mariano Recalde, no termine con Mauricio Macri perdiendo su principal bastión, la ciudad de Buenos Aires.
Las contradicciones internas en el partido amarillo, y los límites objetivos del candidato de ECO para instalarse como opositor al macrismo –al fin y al cabo, Lousteau es un aliado estratégico a nivel nacional en la coalición entre Macri, el radicalismo de Ernesto Sanz y la Coalición Cívica de Elisa Carrió–, podrán ser aprovechados por el candidato de Cristina para conquistar la ciudad.
En el PRO, a pesar de los festejos, los globos y los pasos de baile, las heridas no cerraron.
Gabriela Michetti anticipó su compromiso de trabajo por la candidatura presidencial de Mauricio Macri, pero nada dijo acerca de cómo aportará a la de su rival Rodríguez Larreta, quien se impuso a la senadora por nueve puntos. “El Pelado”, como lo llama Macri, corrió con el caballo del comisario. Fue decisiva en su victoria la mano del aparato oficial del PRO. La opción del jefe de Gobierno por el más “laborioso” tecnócrata del partido para sucederlo puso en riesgo su propio liderazgo. Por eso, con los resultados en la mano, Macri respiró aliviado y salió a mostrar como una cadena de éxitos los resultados obtenidos en Santa Fe, Mendoza y Buenos Aires. Esto a pesar de que su socio Sanz no se canse de repetir que la victoria de Alfredo Cornejo en Mendoza es imputable sólo a la UCR.
Fiel al manual del asesor Jaime Durán Barba, cada uno de los pasos que va dando el PRO son presentados como eslabones de una cadena que conduce a la Presidencia. Se trata de “construir la percepción de la victoria”.
Desafíos
Aun así, los desafíos no son menores. El candidato de ECO es el fiel reflejo de la estética buscada por los dirigentes del PRO y deseada por los votantes “cool” de la ciudad. Lousteau confía en que buena parte de los votos independientes que fueron para Michetti los recibirá él. El asunto será cómo lograrlo, ya que debe regular el nivel de agresividad del discurso y de las propuestas. Como señalamos más arriba, en última instancia se trata de una que tributa al proyecto nacional del PRO.
Horacio Rodríguez Larreta intentará atar el 20 por ciento de los votos obtenidos por Michetti a los suyos reforzando su despliegue territorial. Lousteau, por su parte, hará lo mismo que hizo hasta ahora: insinuar las “fallas éticas” de la gestión macrista, como la poca convicción en el combate contra el juego, la prostitución y los talleres clandestinos, por caso.
El candidato del Frente para la Victoria, por su parte, apuntará a subrayar los logros de la gestión presidencial –sobre todo, en materia de inclusión– y los déficts en la política social del macrismo. Tiene, sí, una tarea difícil en un distrito que demoniza a los jóvenes militantes del kirchnerismo, pero no imposible ya que en ese mismo distrito la vocación progresista es fuerte y permeable a esa seducción.
Recalde cree que mucha gente votó a Michetti para frenar el avance del candidato de Macri y ha dicho que su estrategia consistirá en ir a buscar ésos y todos los votos que estén dispuestos a sostener un proyecto integrador, en el entendimiento de que hay cosas que el macrismo no podrá solucionar. Recalde lo dijo así: “Son los votos de los que se indignan con las injusticias aunque no las vivan; los que se indignan con el aumento de la mortalidad infantil, con los talleres clandestinos, con la falta de vacantes en las escuelas, con las villas y asentamientos sin urbanizar”.
Continuidad o cambio
Para el peronismo, la capital ha sido un distrito históricamente esquivo. La última elección que ganó fue de la mano de un contador menemista de filiación neoliberal y acento riojano: el ex ministro de Economía Antonio Erman González, que obtuvo el 32,5 por ciento de los votos porteños.
Sin embargo, en las últimas tres elecciones de la ciudad, podría decirse que al peronismo no le ha ido mal.
*En 2011, el kirchnerismo logró el 35 por ciento de los votos y se ubicó como segunda fuerza.
*En 2013, las cuatro listas de Unen se impusieron en las PASO, pero individualmente la de Gabriela Michetti fue la candidatura más votada con el 31,4 por ciento, seguida por el kirchnerista Daniel Filmus, con el 19,85 por ciento, colocando nuevamente al kirchnerismo como segunda fuerza.
Ahora, en esta primera ronda, el kirchnerismo se ubicó como tercera fuerza. Habrá que esperar al 5 de julio para ver cómo se comporta el electorado de la ciudad. Recién entonces se sabrá si los porteños eligen continuidad o cambio.
Claro que el cambio en este caso implicaría el triunfo del no macrismo y sus aliados antiperonistas.
¿Macri presidente?
Macri es consciente de que en su sucesión en la Jefatura de Gobierno, se juegan la mayor parte de sus aspiraciones presidenciales.
No es el único escollo que deberá atravesar para mostrarse como el único capaz de polarizar con Daniel Scioli.
Mientras no resuelva el agujero negro que se le presenta en la provincia de Buenos Aires, donde su candidata, María Eugenia Vidal, apenas roza los 15 o 16 puntos de intención de voto y mantiene un altísimo nivel de desconocimiento, la Presidencia de la Nación es sólo una quimera. La provincia de Buenos Aires, está claro, será una batalla decisiva.
Pero ahora, en lo inmediato, la tarea principal del PRO y su jefe político será asegurar que la Ciudad siga teñida de amarillo y no se les escurra sorpresivamente de las manos.
DZ/rg
Fuente Redacción Z
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