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TEMAS DE LA SEMANA

Artistas del teatro San Martín denuncian vaciamiento

En 2004 hubo 125 producciones y en 2014, apenas 44. Actores y bailarines dicen que están vaciando los cinco teatros oficiales, con el San Martín a la cabeza. El Alvear y el De la Ribera están cerrados por supuestas refacciones.

Por Néstor Rivas
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«No somos indiferentes de lo que pasa en el teatro y por eso estamos acá” dijeron, ante los ojos asombrados de los espectadores que los vieron sentados en una mesa larguísima, los reclamos pintados en carteles y telas colgando de la mesa. Ocurrió las noches del 30 y el 31 de octubre, cuando se presentó el Informe SM en el ciclo Mis Documentos, que la escritora y directora Lola Arias lleva adelante desde hace cuatro años en el Centro Cultural San Martín.

Con humor y sin dramatismo, en una hora ajustada, quince jóvenes artistas de la danza y del teatro comenzaron a desgranar, cada uno, las demoledoras conclusiones de su investigación sobre la situación del teatro oficial en general y el Teatro General San Martín en particular. Problemas que van desde la programación hasta las condiciones de trabajo: “Hace dos años trabajar en el teatro es un infierno. Sin aire acondicionado, trabajando de día porque el gobierno quiere ahorrar costos. No hay agua potable, los ascensores no andan”, explicó uno de los conferencistas.

Cuando terminaron, actores y bailarines se pusieron de pie e invitaron al público a acompañarlos a cerrar la performance con un acto a la vuelta, en las puertas del teatro, sobre la avenida Corrientes.

Lo insólito de Informe SM es que se produjo en el Centro Cultural San Martín, en un ámbito también promovido por el área de Cultura porteña. La curadora Lola Arias, sin embargo, explicó a Diario Z que “a partir de las acciones del Foro de Danza se podía decir algo en el ciclo que es como el comentario de pasillo de todo el mundo sobre la programación del San Martín, la situación del edificio, la demora en el pago de los salarios, y sacarlo al debate público. Obviamente, no es para atacar al San Martín sino una forma de defenderlo”. Y subrayó que nunca sintió condicionamientos de las autoridades sino que agradece que siempre tuvo “mucha libertad para elegir temas y artistas”.

El Informe SM repercutió fuerte en el ámbito de la cultura y el arte, y atrajo nuevos apoyos. Rubén Szuchmacher, Ricardo Bartís, Claudia Cantero, Alejandra Flechner, Silvia Lang, Miguel Robles, entre otros, proclamaron su adhesión a la iniciativa.

Las autoridades del teatro y del Ministerio de Cultura guardaron un silencio sepulcral.

Un poco de historia
El movimiento comenzó una noche de junio con un cartel: “¿16 años los mismos directivos en el ballet del Teatro San Martín?”. Once pares de manos lo sostuvieron frente a la fachada del teatro. Once pares de piernas asomaban debajo, mientras los torsos y rostros permanecían ocultos detrás de la tela. Los carteles continuaron su recorrido por el  Ministerio de Cultura porteño y el Taller de Danzas del Teatro General San Martín, cambiando las consignas: “¿Hasta cuándo el taller de danza contemporánea del Teatro San Martín en estas condiciones?”, “¿Cuándo vuelve la danza independiente a la programación del Complejo Teatral de Buenos Aires?” y la más cruda “Exigimos renovación en la dirección del Ballet del Teatro San Martín”.

Los bailarines del Foro Danza en Acción cuestionan un estado de cosas que está hundiendo en la decadencia al teatro más emblemático de la Ciudad y al conjunto del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA), conformado, además del San Martín, por los teatros Alvear, De la Ribera, Sarmiento y Regio. La iniciativa provocó una onda expansiva que puso en movimiento a actores y dramaturgos. La gente de teatro formó su propia agrupación, a la que llamó irónicamente TIM, Teatro Independiente Monotributista. Entre ellos se encuentra Lola Arias.

Cuadro de situación
Buenos Aires es, sin duda, una de las principales plazas teatrales del mundo. Funcionan unas 200 salas, sumadas las de los circuitos comercial, oficial e independiente, que reciben casi tres millones de espectadores por año. La nave insignia fue, históricamente, el Teatro San Martín, un verdadero monumento de 30 mil m2 distribuidos en trece pisos y cuatro subsuelos que alberga tres salas de teatro, un cine, una fotogalería, talleres de producción propia, dos compañías estables, salas de ensayo, oficinas y un Centro de Documentación de Danza y Teatro. Desde su inauguración en 1960, el San Martín fue formador de público y de artistas. Los más grandes autores, directores y actores pasaron por sus escenarios. Pero desde hace tiempo que atraviesa un retroceso imparable, con independencia de la calidad y jerarquía de muchos de sus espectáculos. La creación del Complejo Teatral de Buenos Aires, en 2001, en vez de reforzar la producción artística del teatro público devino en vaciamiento.
En el Informe SM se detalló que de las 125 producciones en 2004, la cifra cayó a un tercio diez años después: 44 en 2014.

“En todo el complejo hay poca producción, cada año menos”, relata el técnico Fabricio Rotella a Diario Z. Fue sonidista en el San Martín durante 18 años y hace dos que lo asignaron al Teatro Regio. Dice que en el Regio, antes, había dos puestas por temporada, más espectáculos musicales entre martes y miércoles e infantiles los fines de semana a la tarde. “Ahora sólo tenemos funciones de jueves a domingos y un espectáculo infantil del Grupo de Titiriteros del San Martín los sábados y domingos a la tarde. Pero como se lesionó una actriz, sólo quedaron los títeres. Venimos de martes a viernes a tomar mate”, relata. “Kive Staiff dirigió el teatro en los períodos 1971-1973, 1976-1989 y 1998-2010; con él había mucha más producción, iba a los estrenos, te lo cruzabas en cualquier lugar del teatro. Al actual director, Alberto Ligaluppi, ni le conozco la cara. No es un tipo del palo, es más un funcionario de gestión”.

El Informe SM también puso de manifiesto la transferencia del teatro público hacia el sector privado: desde “producciones asociadas” con empresarios del espectáculo que se quedan con el 80 por ciento de la recaudación hasta el uso del teatro como sala de alquiler para eventos, como el del empresario Andrés von Buch, que por 80 mil dólares cerró el teatro para festejar su cumpleaños con una fiesta de disfraces y disfrutar de una función privada del ballet. O las “jornadas espirituales VIP” de la Fundación Columbia, en mayo de 2013, que cobró entradas de 900 pesos.

Los trabajadores del teatro, en cambio, ganan salarios de 7.500 pesos los contratados (trabajadores precarizados durante años) y 12 mil los de planta permanente. En 2007, un tercio de los bailarines del ballet contemporáneo fueron despedidos por reclamar ART, jubilaciones y un régimen de licencias. También es habitual que los honorarios de artistas y técnicos por ensayos y funciones se comiencen a pagar mucho después del estreno de las obras, incluso con más de un año de demora.

Los artistas también cuestionaron cómo y con qué criterio se seleccionan las autoridades del Complejo. Siempre los designó el Poder Ejecutivo a dedo. Así fue cómo Kive Staiff supo transitar democracias y dictaduras y así fue cómo llegó el actual director general del Complejo Teatral, Alberto Ligaluppi. De él depende la curaduría de las siete salas de los cinco teatros del complejo.

Una mención especial mereció el director del Ballet Contemporáneo del San Martín, Mauricio Wainrot, en el cargo desde hace 17 años. En ese lapso, programó coreografías de su autoría en 101 oportunidades. Su nombre aparece en los programas del San Martín el doble de veces que William Shakespeare.
Todo esto, y mucho más, fue lo que destapó el Informe SM.

Remate sin fin
A fines de 2012, el Gobierno porteño logró aprobar en la Legislatura la venta de 17 inmuebles pertenecientes al patrimonio de la Ciudad, considerados “innecesarios” para la gestión, con el objetivo de financiar “las obras de infraestructura, puesta en valor y equipamiento del Teatro General San Martín, del Centro Cultural General San Martín del Complejo Ciudad de la Música y del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires”. Pretendían recaudar unos 40 millones de pesos de los 72 millones que costaría la remodelación del teatro. El plazo para culminar las obras era de 18 meses. Tres años después, el trajinar de los albañiles no cesó aún. El hall del teatro se encuentra tapiado, sin bar ni acceso a la fotogalería, baños inhabilitados y ascensores y aires acondicionados que no funcionan.

En julio pasado, nuevamente, el gobierno presentó un proyecto de ley que impulsa la venta de “los inmuebles remanentes” expropiados para ensanchar la avenida Constituyentes y no se vieron afectados. Nuevamente son 17 y el producido de la venta se aplicará, según el texto de la ley, a “las obras de infraestructura, puesta en valor y equipamiento del Teatro General San Martín, del Centro Cultural General San Martín del Complejo Ciudad de la Música y del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires”.

Silencio de radio
Diario Z intentó entrevistar a los funcionarios mencionados en el Informe SM. No fue posible. La secretaria de Alberto Ligaluppi dijo que el director general del CTBA está de viaje. Los voceros del ministro de Cultura, Hernán Lombardi, dijeron que se encontraba en el interior haciendo campaña. Tampoco fue posible localizar al director del Ballet Contemporáneo, Mauricio Wainrot.

«Producciones Asociadas» S.A.

Una prueba del vaciamiento es el abandono de la coproducción con creadores independientes, que alguna vez permitieron realizar, con los equipos técnicos y los recursos del San Martín, obras del nivel de El pecado que no se puede nombrar, de Ricardo Bartís, Máquina Hamlet, de El Periférico de Objetos, y Mil quinientos metros sobre el nivel de Jack, de Federico León. Lo que crece es la política de “producciones asociadas” con empresarios comerciales.

“Antes, cuando se hacía una coproducción”, relata un técnico de mucha antigüedad en el complejo, “una compañía traía los planos y todo se construía en el Teatro San Martín; las escenografías, el sonido lo editaban y ecualizaban los sonidistas del teatro, etcétera. Ahora vienen con todo ya armado y sólo quieren que operes”.

El trato con los privados implica que el Estado aporte la sala, el equipo y el personal técnico y el empresario se lleva la tajada más grande de la taquilla. En promedio, el 80 por ciento de lo recaudado. Como ejemplo, los artistas mencionaron que el empresario del Paseo La Plaza, Pablo Kompel, se llevó el 75 por ciento de la recaudación de Final de partida; Mora Godoy –la bailarina de tango más contratada por el gobierno porteño– se llevó el 80 por ciento de lo recaudado por Chantecler. Y La Cripta, la productora del tándem Cibrián-Mahler, se quedó con el 85 por ciento de la taquilla de El jorobado de París.

En 1999, fue creado Proteatro, un instituto cuyo fin es “proteger, propiciar y fomentar el desarrollo del teatro de la Ciudad de Buenos Aires”. Actualmente aporta subsidios de apenas 15 mil pesos.
“La conclusión de esto es la subejecución del presupuesto del teatro y se llama, sencillamente, vaciamiento”, sintetiza.

DZ/ah

 

Fuente Redacción Z
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