Cualquier vecino de Buenos Aires relaciona Parque Patricios con el club Huracán, casas bajas, galpones, tránsito de camiones y hospitales públicos. Es un barrio que, sin estar lejos del centro, se mantuvo al margen de la tendencia modernizadora que modificó drásticamente otras partes de la Ciudad. Como es habitual en el sur, hay baja densidad de población y grandes espacios dedicados a la industria o abandonados. “Se prohibieron los frigoríficos y curtiembres y la zona quedó despoblada, entonces se instalaron los depósitos de mercaderías –comenta Manuel Vila, ingeniero civil y vecino histórico del barrio–. Así desapareció la fuente de trabajo y se fueron degradando las viviendas por los camiones. Desapareció la grilla residencial y de Uspallata hacia el sur era un desierto. El Distrito Tecnológico ha ido recuperando espacios.”
El Distrito Tecnológico se creó en 2008 mediante la Ley 2.972 y comprende todo Parque Patricios y parte de Pompeya, Boedo y Barracas. La ley otorga importantes ventajas impositivas a todas las actividades relacionadas con las industrias de la Tecnología y la información –las TICS– dentro de su perímetro (ver mapa). Las empresas establecidas allí no pagan ABL ni Ingresos Brutos durante 10 años. En el caso de las firmas locales o Pyme, el plazo se extiende a 15. Además, están exentas del impuesto de sellos y tienen beneficios para construir. Recorriendo el barrio se pueden ver edificios nuevos y andamios. Estos edificios tienen paneles luminosos con un número que señalan a las 158 empresas que funcionan en Parque Patricios y estás inscriptas en el RET (Registro de Empresas TIC). La idea del distrito es que las empresas estén cerca unas de otras para que aprovechen servicios comunes, intercambien recursos y el barrio se desarrolle con población nueva que trabaje en la industria.
El subte H y el Metrobus del sur son claves para mejorar el acceso al Distrito y se espera que un aumento de la actividad comercial y de la construcción estimulen la llegada de nueva población. El modelo está tomado de la experiencia de 22@, que se desarrolló en el barrio de Poblenou, en Barcelona. “Fue un éxito. El gobierno catalán –señala Fabio Quetglas, especialista en desarrollo local– llevó a varias universidades que se alojaron ahí y puso mucha plata en calificación urbana. Con la gente que iba a trabajar aparecieron los barcitos, las librerías… Le llevan diez años de ventaja al distrito tecnológico y consideran que aún no han terminado. Para ellos, la medida del éxito es que el tipo que trabaja ahí se termine comprando una casa a un kilómetro de la empresa. Entonces se cambia la población. Yo creo que hay como una simplificación del modelo. Conozco el equipo que trabajó en el 22@ y había mucha reflexión sobre edades, modelos de consumo, modelos de acceso a la vivienda.”
El Distrito es parte de un plan de desarrollo más amplio del sur. En los últimos años se inauguraron el Distrito de las Artes y la Usina del Arte, en la Boca, el Centro Metropolitano de Diseño y el Distrito de Diseño, en Barracas, el estadio de tenis en Parque Roca; está en construcción la nueva sede del Banco Ciudad en Parque Patricios. A estas obras hay que sumar el centro de logística para camiones en Parque Roca, el inmenso predio para recitales Buenos Aires Rock, donde estaba el Parque de la Ciudad y la villa para los Juegos Olímpicos Juveniles 2018. Recientemente, el Gobierno retrocedió en su intención de construir el Centro Cívico en los terrenos del Hospital Borda. Según fuentes oficiales, hasta el momento los privados han invertido en el distrito 250 millones de dólares y el Banco Ciudad entregó créditos a las empresas por 166 millones. Una enorme cantidad de recursos.
Megajugadores
A no ser que existan beneficios especiales, los grandes suelen tener más ventajas que los chicos a la hora de hacer negocios y aprovechar las oportunidades. Muchas empresas decididamente grandes ya se instalaron: en 2010, abrieron las oficinas de la multinacional de origen indio Tata, donde trabajan 1.200 personas, recientemente se instaló TGestiona, la división de Telefónica dedicada a la logística y servicios para empresas. La Compañía de Medios Digitales, que es la parte de desarrollos digitales del Grupo Clarín, también está en la zona, lo mismo que Iron Mountain, una multinacional especializada en la protección de datos y administración de información. Ninguna paga Ingresos Brutos ni ABL.
A fines del año pasado llegó Despegar.com, que emplea 450 personas en sus oficinas de la avenida Jujuy al 2000. “Fue muy positivo. Nosotros tenemos oficinas históricas en Corrientes y Florida –señala Federico Tiscornia, director de recursos humanos– y acá estamos mucho más cómodos. Planificamos las oficinas de cero, con más luz. La gente también está más cómoda. Podés estacionar el auto y no hay piquetes ni congestiones”.
Respecto de esta cuestión, Quetglas señala: “El 80 por ciento de las empresas de software son chicas, el 10 medianas y el 5 grandes. Yo habría hecho la distinción. Si les das las mismas condiciones a las dos uno se muda y listo. Quizás hubiera que hacer mucha promoción en el pequeño y poco en las grandes. Pero igual a todos les convienen los subsidios, porque los pequeños, por lo general, son proveedores de las medianas y las grandes. Que le vaya bien a la grande les viene bien”.
Claudio Magrini, arquitecto y desarrollador inmobiliario, corrobora: “Los clientes son siempre empresas tecnológicas. Es que conviene muchísimo. Están construyendo prácticamente gratis al estar exentos de Ingresos Brutos. En un año, con lo que se ahorran de impuestos se pagan el edificio propio.”
Las ventajas alcanzan a los empleados de esas empresas que se muden al barrio, que también estarán exentos de pagar ABL durante el mismo período y tienen créditos disponibles del Banco Ciudad a las tasas preferenciales que rigen para toda la zona sur. Sin embargo, por ahora, la mudanza no es masiva. Hay otros criterios, incluso desde la perspectiva industrial. José María Louzao, presidente de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos, señala: “Las empresas no se mueven exclusivamente por lo económico. Hay que generar un ecosistema sustentable, de innovación. El éxito de un DT se va a poder medir el día que haya un centro de servicios compartidos, un nodo central que reúna emprendedores, un auditorio para presentar los productos al mundo, estén instaladas las universidades. El DT lo necesita para funcionar mejor”.
La pata educativa
La cadena de valor en la industria del software es corta, ya que los insumos que necesita son mínimos, y en muchos casos venden sus productos al extranjero. Por eso, la capacitación y formación de los programadores es fundamental. ”Lo que conviene acá –asegura Fabio Quetglas– es que la UTN, por poner un ejemplo, se traslade y forme profesionales. Es más importante la promoción de talento que la promoción fiscal. En una cosa donde hay mucha mano de obra intensiva, los beneficios fiscales son grandes. En este tipo de actividades no incide tanto”. La ley ofrece beneficios impositivos a las universidades que se establezcan y, en otro apartado, señala que se estimulará la especialización en informática en la enseñanza media. Hasta ahora, ninguna universidad pública se radicó, pero hay dos privadas que respondieron al guiño: el Instituto Tecnológico Buenos Aires y la Universidad del Salvador ya están construyendo. Delia Bisutti, presidenta de la Comisión de Desarrollo Económico de la Legislatura cuando se votó la ley, afirma: “Un capítulo habla de un plan educativo. Hasta ahora no vimos nada. Si se ven institutos universitarios, nos hubiera gustado que fueran centros complementarios de la UBA y otras universidades públicas, y que los chicos de la zona tuvieran oferta educativa pública para estas especialidades. Pero está más pensado para que se instale un instituto privado más que público. No hemos visto ninguna iniciativa en la zona.”
Desarrollo parcial
“En un principio hicimos edificios mixtos, de vivienda apto profesional, pero ahora que está más consolidado el distrito se hacen oficinas”. Oscar Puebla, dueño de la inmobiliaria que lleva su nombre, está muy contento con el curso que están tomando los acontecimientos en la zona. “Modificaron la mayoría de las zonificaciones, que eran residenciales, donde no se permite el uso de oficinas. Le agregaron esta posibilidad. Y en los galpones, donde antes no se podía fabricar, ahora sí. Como son industrias limpias no tienen casi impacto ambiental.” Dice que la rentabilidad es muy alta, y da ejemplos: “Por un departamento de un ambiente, por ejemplo, una persona paga 2.000 pesos como mucho. Una empresa paga 4.800 pesos IVA incluido. Esto es porque se juntan, el edificio es apto profesional y tiene fibra óptica.” Sobre los ahorros a la hora de construir, señala: “Si sos una empresa del distrito no pagás los derechos de construcción ni los residuos áridos y es un ahorro importante. En una obra de 3.000 metros son aproximadamente 600.000 pesos.”
“Nosotros por ahora construimos un solo edificio –dice María Filgueira de Primac Developers–; los que compraron las usan para vivienda, pero se pueden poner oficinas. Son doce unidades. El metro cuadrado cuesta 2100 dólares.” La construcción se financió con un crédito del Banco Ciudad, al igual que la compra de los nuevos dueños. De todos modos, quedan cinco sin vender.
“La vivienda queda para más adelante, cuando haya más empleados y demanda”, señala Guillermo Rodríguez, de Setsa Construcciones; tiene un optimismo moderado. “Apuntamos a un segmento pyme, una empresa con cien o cincuenta empleados que mude una parte al distrito. Para empresas grandes como Tata o Telefónica hay otro tipo de desarrollos. Nosotros comenzamos con obra a riesgo.” Construyen edificios para vender a empresas que ocupan un piso o un departamento. “Los amenities, como salas de reuniones para las compañías, es lo que suma valor agregado.” Queda claro cuál es el negocio: “El contexto inflacionario y la posible crisis económica hacen que no se decidan. De todos modos, el nicho tecnológico la sufre menos, y cualquiera que se mude gana plata. La única razón para que las empresas se muden es el beneficio económico. Mientras siga, las empresas se continuarán mudando.”
Estos fenómenos de crecimiento tienen una contracara menos amable: aumento del precio de la propiedad –con el consiguiente desplazamiento de los habitantes de menores recursos–, negocios inmobiliarios de muy alta rentabilidad, basados en comprar barato, desarrollar y vender caro. El crecimiento conlleva un reemplazo de una población por otra de mayor poder económico, que se conoce normalmente como gentrificación. Palermo es el ejemplo más claro. San Telmo, con el aumento del turismo durante la última década, es otro caso. Sin embargo, hay una diferencia fundamental. En el caso de Palermo el crecimiento fue espontáneo y, al mismo tiempo que los bares y galerías de arte, aparecieron los supermercados, los kioscos y otros comercios que trabajan con la población de la zona. En el caso de Parque Patricios, no queda claro si el desarrollo basado solamente en estímulos económicos pueda generar un barrio armónico y que sea capaz de contener a sus vecinos históricos junto con los recién llegados siguiendo el estímulo económico. La mudanza, por ahora, es despareja: “Lo más degradado es entre José C. Paz y Amancio Alcorta, donde hay más depósitos. Ahí casi no se radicaron empresas. En la zona entre Caseros y Brasil no hay mucha diferencia. Las industrias que había, imprentas, se reconvirtieron a estas nuevas modalidades”, señala Vila.
De momento, sólo la rentabilidad de las empresas parece estar asegurada.
DZ/rg
Fuente Redacción Z
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